Morente es una aldea del municipio cordobés de Bujalance que tiene 82 casas, 87 vecinos, con una media de edad de 75 años, y, estos días, más de 300 gnomos que adornan por las fiestas su decena de calles en una iniciativa popular, surgida durante la pandemia, que ha revertido el camino a la desaparición de este núcleo duramente castigado por la despoblación.
El núcleo de población, que hace 146 años dejó de tener ayuntamiento propio, vive un fenómeno que, probablemente, en un futuro estará en el banco de buenas prácticas contra la despoblación.
Llevaba veinte años sin hacer una transacción inmobiliaria. En los últimos cuatro se han vendido dieciocho casas y ahora hay lista de espera para comprar.
Tenía un único bar que abría ocasionalmente. Ahora hay dos casas rurales "con un éxito increíble y además sin plataforma, a través de Facebook" y tiene en perspectiva abrir un segundo bar o una pastelería, una tienda de regalos y convertir al pueblo en "una residencia abierta completa", una especie de viviendas asistidas pero donde las personas mayores estén en casas independientes.
Todo ello es fruto de un fenómeno singular que viste estas fiestas su decena de calles de los que llaman 'Gnomos mágicos de Morente'. Este surgió a raíz de una acción de socialización para su población mayor tras el confinamiento, sin tener ni la intención, ni por supuesto, la perspectiva de la dimensión que está alcanzando.
Buscando "una casita"
Enma Reyes, que se había dedicado a la moda en otro pueblo de Córdoba, Espiel, había llegado a Morente unos meses antes de la pandemia. Estaba buscando "una casita" en un pueblo y en una página de compraventa inmobiliaria se fijó en una en Bujalance. Cuando contactó por teléfono le dijeron: "Ponga 'Morente' en la ubicación".
La primera vez que llegó a Morente, recuerda para EFE, "estaba vacío". Es la imagen habitual del núcleo, que tiene paridad en su padrón, 44 hombres y 43 mujeres. "De pronto sale una familia, se ponen a hacer unas migas, me invitan a comer y yo le dije a mi marido: 'Juan Carlos, la compramos seguro, esto me ha gustado'".
A partir de entonces iban los fines de semana y comenzaron a sentirse parte de la sociedad morenteña, que "es como una gran familia", donde "la plaza del pueblo es como la continuación de tu casa".
Se acerca la primera Navidad tras el confinamiento, donde no hubo ni un caso de covid 19. En sus paseos por Morente "me paraba con todos los mayores que estaban en las casas, pero no salían, porque tenían mucho miedo".
Enma vio que "se avecinaba una Navidad un poco triste, porque no podían venir los hijos (había cierres perimetrales de provincias), y se me ocurrió que, para sacar a todos a la calle, nos podíamos reunir en la plaza al aire libre y hacer algo, como decorar el pueblo y así de alguna manera que empezásemos a perder el miedo y relacionarnos".
En ese final de 2020 hicieron una decoración navideña. "Incluso con cierres perimetrales, desde las poblaciones cercanas que sí que podían desplazarse empezaron a acudir y por las redes sociales empezaron a publicar fotos y empezó a llenarse esto de gente", rememora.
Los primeros gnomos
El siguiente año optaron por preparar figuras de gnonos, doce, porque "porque pensamos que podían transmitir simpatía, alegría y dulzura", dice. Son "una figura mágica que gusta a los niños y a los mayores", apostilla Enma Reyes.
En 2022 pasaron a un centenar y actualmente han superado los trescientos, más algún otro que siguen confeccionando con el material que le facilita el Ayuntamiento de Bujalance. "Queríamos haber llegado a los quinientos pero no nos da tiempo, eso el año que viene", recalca.
En el mismo 2020 Enma había abierto la primera casa rural, en 2021 hizo lo propio con la segunda y ahora tiene en obras el inmueble donde va a instalar la tercera.
Calcula que esto facilitará que cada fin de semana haya medio centenar de personas en Morente, que aumentará así casi un 60 por ciento su población.
El plan es, concreta, "a través del turismo empezar a crear necesidades" y que la actividad llame a más actividad.
Aparte de la especie de viviendas asistidas, "donde los mayores desde sus propias casas estén cuidados y sus hijos estén tranquilos porque se vigila tanto necesidades primarias como incluso la pastilla, la alimentación, todo", hay ya un proyecto de ampliar una calle para construir diez viviendas ante la demanda que existe.