Andalucía

El impuesto del 20% a la Lotería, la medida temporal de Montoro que se quedó para siempre

Este impuesto es una fuente de ingresos para el Estado y no se ha planteado su retirada

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  • El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro. -

La Lotería de Navidad es uno de los sorteos más esperados y populares del año en España, que reparte miles de millones de euros en premios entre los afortunados que compran sus décimos o participaciones. Sin embargo, desde el año 2013, los ganadores de la Lotería tienen que compartir una parte de su premio con Hacienda, que se queda con el 20% de la cantidad que supere los 40.000 euros.

El origen del impuesto: la crisis económica y el déficit público

El impuesto del 20% a la Lotería se creó en el año 2012, en plena crisis económica y con un elevado déficit público que obligaba al Gobierno a tomar medidas de ajuste fiscal. El entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, anunció la creación de un gravamen especial sobre los premios de determinadas loterías y apuestas, que afectaba a los sorteos de la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), la Cruz Roja, la ONCE y los organismos equivalentes de otros países de la Unión Europea o del Espacio Económico Europeo. Mariano Rajoy la anunció como una medida "temporal".

El objetivo de este impuesto era recaudar unos 824 millones de euros al año, que se destinarían a reducir el déficit público y a financiar los servicios públicos. El ministro Montoro defendió que se trataba de una medida "justa y equitativa", que gravaba las rentas "ocasionales y extraordinarias" y que no afectaba a los premios más pequeños, que estaban exentos. Además, aseguró que se trataba de una medida "temporal", que se mantendría mientras durara la situación de crisis.

La aplicación del impuesto: los cambios en el mínimo exento y las críticas al sistema

El impuesto del 20% a la Lotería entró en vigor el 1 de enero de 2013, y se aplicó por primera vez al sorteo de la Lotería del Niño de ese año. El impuesto afectaba a los premios superiores a 2.500 euros, que era el mínimo exento. Es decir, que si te tocaba un premio de 3.000 euros, solo pagabas el 20% de 500 euros, que eran 100 euros. El resto, 2.900 euros, te los quedabas íntegros.

Sin embargo, el impuesto no fue bien recibido por los jugadores, que vieron reducido el importe de sus premios, ni por los vendedores de lotería, que temieron una caída de las ventas. También hubo críticas al sistema de retención, que se aplicaba en el momento de cobrar el premio, sin tener en cuenta la situación personal y económica del ganador. Así, por ejemplo, una persona que tuviera una renta baja y que ganara un premio de la Lotería, pagaba el mismo impuesto que una persona que tuviera una renta alta y que ganara el mismo premio.

Ante las quejas y las demandas de los sectores afectados, el Gobierno decidió modificar el impuesto en los años siguientes, aumentando el mínimo exento. Así, en 2018, el mínimo exento pasó de 2.500 a 10.000 euros; en 2019, de 10.000 a 20.000 euros; y en 2020, de 20.000 a 40.000 euros. Estos cambios supusieron una reducción de la recaudación del impuesto, pero también un alivio para los ganadores de los premios menores, que quedaron exentos de tributar.

La situación actual del impuesto: una medida permanente y con efectos positivos y negativos

En la actualidad, el impuesto del 20% a la Lotería sigue vigente, y se aplica a los premios superiores a 40.000 euros. Por tanto, solo pagarán impuestos los ganadores del primer, segundo y tercer premio de la Lotería de Navidad de este año. El resto de los premios estarán exentos de tributar.

El impuesto, que nació como una medida temporal, se ha consolidado como una medida permanente, que forma parte del sistema fiscal español. Según los datos de la Agencia Tributaria, el impuesto recaudó 228 millones de euros en 2020, un 9,5% menos que en 2019, debido a la pandemia y al aumento del mínimo exento. A pesar de la caída, el impuesto sigue siendo una fuente de ingresos para el Estado, que se destina a financiar los servicios públicos.

El impuesto también tiene efectos positivos y negativos para los jugadores y para los vendedores de lotería. Por un lado, el impuesto reduce el importe de los premios más altos, lo que puede generar frustración y desilusión en los ganadores. Por otro lado, el impuesto aumenta el mínimo exento, lo que beneficia a los ganadores de los premios más bajos, que no tienen que pagar nada a Hacienda. Además, el impuesto puede tener un efecto psicológico positivo, al hacer que los jugadores valoren más el premio que les queda, que el que les quita el fisco.

En cuanto a los vendedores de lotería, el impuesto también tiene un impacto ambivalente. Por un lado, el impuesto puede desincentivar la compra de lotería, al reducir la rentabilidad de los premios. Por otro lado, el impuesto puede incentivar la compra de lotería, al aumentar la solidaridad y la conciencia social de los jugadores, que saben que una parte de su premio se destina a fines públicos.

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