Queda fuera de la primera línea política a los 35 años, tras una legislatura tan prolífica como polémica al frente del Ministerio de Igualdad
Excluida primero de las listas electorales de Sumar y apeada ahora del Gobierno de Pedro Sánchez, Irene Montero, número dos de Podemos, queda fuera de la primera línea política a los 35 años, tras una legislatura tan prolífica como polémica al frente del Ministerio de Igualdad.
Numerosas leyes de la XIV legislatura llevan la firma de su departamento y España ha escalado al cuarto puesto en el índice europeo de igualdad de género, pero su nombre quedará también asociado a algunas de las mayores controversias del primer gobierno de coalición de la etapa democrática en España.
Sus críticos la responsabilizan de las rebajas de penas a más de un millar de agresores sexuales y también de las grietas abiertas en el movimiento feminista. Sánchez, que la defendió largo tiempo, decidió en la campaña electoral que era hora de marcar distancias, achacándole un discurso feminista "de confrontación" en lugar de integración.
Víctima de la lucha de Yolanda Díaz con Podemos, Montero reivindica su legado de la mano de su amiga y líder del partido, Ione Belarra; y de su pareja y padre de sus tres hijos, Pablo Iglesias, exsecretario general de la formación y exvicepresidente del Gobierno que sigue influyendo en el entorno morado desde redes y medios digitales.
El martes, en un acto de balance con organizaciones feministas celebrado en el Ministerio bajo el lema "Algo habremos hecho", Montero se mostró convencida de que "esta legislatura feminista ha transformado España" y volvió a defender la ley del solo sí es sí arremetiendo contra la "derecha judicial" y la "justicia patriarcal" por las rebajas de condenas.
La norma creó un amplio paraguas de protección para las víctimas de violencia sexual, pero su arquitectura penal acabó siendo reformada por el PSOE, con apoyo del PP, ante la alarma social generada.
Firme en sus convicciones y abanderada de la lucha contra el machismo en todas sus formas y contextos, sus detractores, algunos destacados desde las filas socialistas, le recriminan su falta de flexibilidad y su poca capacidad autocrítica.
Aún sabiendo que perdería, se mantuvo firme en su rechazo a la reforma del solo sí es sí y, aunque se enfrentaba a una poderosa Carmen Calvo, en aquel momento vicepresidenta del Gobierno, batalló hasta el final, esta vez con éxito, para sacar adelante la ley trans.
Se va así con el aplauso del colectivo LGTBI, que reconoce su valentía para aprobar esa ley, y con críticas de parte del movimiento feminista, que considera que esa ley ha debilitado la causa de las mujeres.
Madrileña nacida el 13 de febrero de 1988, llegó a Podemos en 2004 tras militar en movimientos estudiantiles, la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE), el 15M y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), y pronto se convirtió en una de las voces claves del partido liderado entonces por Iglesias.
Le sustituyó Belarra, amiga íntima desde que se conocieron en las Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid y que no ha podido garantizarle ni un escaño en el Congreso ni un asiento en el Consejo de Ministros.