La nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, hasta este lunes concejala socialista en Valladolid, es una jurista experta en Derecho Constitucional. De talante dialogante y poco amante de polémicas y choques dialécticos, la sucesora de Irene Montero presenta un perfil técnico que contrasta con el marcado carácter político de su predecesora.
Pedro Sánchez deposita Igualdad en manos socialistas después de una legislatura repleta de tensiones y confrontaciones con la cartera de Montero (Unidas Podemos), principalmente con la ley trans y, sobre todo, por los efectos no previstos de las rebajas de penas a más de mil agresores sexuales que se produjeron tras la aprobación de la ley del sólo sí es sí.
La nueva titular de Igualdad, vallisoletana de 57 años y mano derecha de Óscar Puente (también nombrado ministro de Transportes), es un perfil poco conocido en el ámbito feminista, una jurista que tiene ante sí una agenda más técnica que política y que está llamada a conciliar los ánimos después de una legislatura de gran división en materia de igualdad tanto en el ámbito de los partidos como del movimiento feminista.
Quienes han trabajado con ella en sus más de quince años de actividad política, primero como procuradora del PSOE en las Cortes de Castilla y León, donde sigue siendo la única mujer que ejerció de portavoz socialista, y luego en el gobierno municipal de Valladolid, al frente de Cultura de la mano de Óscar Puente como alcalde, coinciden en que se trata de una persona con un perfil institucional y dialogante, pero curtida en la cercanía de los problemas locales.
Redondo, doctora en Derecho Constitucional por la Universidad de Valladolid, es una de las socialistas que mantiene vivo el espíritu de la exministra Carme Chacón, a quien profesaba una gran admiración por el papel que desempeñó en el PSOE de Zapatero, y con un marcado acento feminista, que ha mostrado en cada ocasión que ha tenido tanto en el ámbito autonómico como en el municipal.
PERFIL TÉCNICO
Redondo tendrá una agenda técnica y poco polémica, a juzgar por el acuerdo de Gobierno suscrito por el PSOE y Sumar. Deberá culminar las leyes de paridad, contra la trata y contra el racismo, impulsar la renovación del dictamen del Pacto de Estado contra la Violencia de Género y completar el desarrollo de la ley del sólo sí es sí, aún pendiente.
En ese acuerdo no hay ninguna mención a los vientres de alquiler ni a la violencia obstétrica, cuestiones que no suscitan unidad en el movimiento feminista. Tampoco sobre la prostitución, a pesar de que el PSOE ha defendido en innumerables ocasiones que su abolición y el castigo del proxenetismo y la tercería locativa eran cuestiones irrenunciables en su agenda feminista.
Entre sus objetivos ineludibles estarán el abordaje de otras formas de violencias machistas, como la digital o la económica, la emergencia del negacionismo y el auge de la violencia de género y sexual entre los más jóvenes.
Redondo no es muy dada a las polémicas públicas, de hecho carece de redes sociales y evita el cuerpo a cuerpo dialéctico, más allá de una defensa férrea de los principios en los que cree, con la igualdad entre mujeres y hombres como uno de los más asentados.
La nueva ministra de Igualdad dio sus primeros pasos parlamentarios en las Cortes de Castilla y León como portavoz de Educación y Universidad, con un perfil técnico por su vinculación con el ámbito universitario como profesora desde 1990, pero poco a poco fue asumiendo un mayor peso dentro del Grupo Socialista, en un momento convulso, con varios cambios en el liderazgo.
De hecho, se convirtió en viceportavoz del actual jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, Óscar López, quien dejó la dirección del partido a nivel autonómico para convertirse en portavoz del PSOE en el Senado, lo que otorgó a la ahora ministra la portavocía del Grupo Socialista autonómico.
En ese momento ejerció de 'puente' y transición hasta que el PSOE-CyL eligió en primarias a su actual líder, Luis Tudanca, quien quería mantener a Redondo en su grupo, lo cual consiguió entre 2011 y 2015, pero no pudo hacerlo en la siguiente al decantarse ella por ir como número dos en la lista de Óscar Puente a las elecciones municipales de ese año.
Fue en el Ayuntamiento, con el acceso al gobierno municipal, cuando descubrió las mieles de la gestión, lo cual reconocía en las conversaciones para analizar el paso de la política autonómica a la local, dado que apreciaba la capacidad de transformación social que tenía desde la Concejalía de Cultura y Turismo.
En su haber, la gestión de uno de los referentes culturales del cine español, como es la Seminci, para la que articuló un sistema de concurso para elegir a su director, y también el despegue turístico de la ciudad, vinculado a numerosos conciertos de gran formato desarrollados en la plaza Mayor, en este caso con la implicación directa de Óscar Puente.
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