Tras la dimisión de António Costa, que guiaba las riendas del Partido Socialista (PS) luso desde 2014, la formación busca nuevo líder con dos candidatos postulados, Pedro Nuno Santos, vinculado al ala izquierda, y el moderado José Luís Carneiro, visto como más continuista.
Los socialistas tienen previsto elegir a mediados de diciembre a su nuevo secretario general, que será además el candidato a primer ministro en las elecciones del 10 de marzo.
El vencedor tendrá que llenar el hueco que deja Costa, que deja como legado ocho años en el Gobierno, con un pacto inédito con fuerzas de la izquierda y una mayoría absoluta.
Pero también deberá convencer al electorado de que el PS merece seguir en el poder después de que Costa presentase su dimisión tras saberse investigado por la Fiscalía en un caso de irregularidades en negocios de hidrógeno y litio.
Pedro Nuno Santos, ¿de 'enfant terrible' a líder?
A priori, quien más apoyos tiene dentro del partido sería Pedro Nuno Santos, diputado, exministro de Infraestructuras y apodado 'enfant terrible' del PS por su carácter combativo y sus divergencias con Costa.
Con una imagen más mediática -actualmente también es comentador televisivo-, "el PS ve mayoritariamente en él más posibilidades de atraer votos", explicó a EFE la politóloga Isabel David, de la Universidad de Lisboa.
Santos, de 46 años, fue ministro de Infraestructuras hasta diciembre de 2022, cuando dimitió para asumir "la responsabilidad política" por una indemnización irregular pagada por la aerolínea TAP a una administradora, meses después nombrada secretaria de Estado del Tesoro.
El caso podría afectar a su candidatura, aunque desde entonces se ha esforzado por limpiar su imagen y recordar que durante su mandato logró que TAP diese beneficios.
Esa salida podría incluso beneficiarle: "No queda implicado en este escándalo que envuelve ahora al Gobierno y tiene una imagen más limpia ante la opinión pública", recordó David, lo que contrasta con su rival en el PS, actual ministro de Administración Interna.
Los salarios, la vivienda y la reorganización del territorio serán, según explicó cuando presentó su candidatura, las prioridades de Santos, quien también tiene como legado las negociaciones que en 2015 culminaron en un inédito pacto con comunistas y Bloque de Izquierda que permitió gobernar a Costa.
Esa "geringonça", como se conoce en Portugal, podría volver a ser una necesidad si el PS tiene que echar mano de la izquierda para intentar gobernar tras el 10 de marzo, y Santos ya ha dicho que está abierto a estudiarlo.
Este posicionamiento a la izquierda parece no asustar entre los moderados del PS, donde una de las figuras más importantes de ese grupo, Francisco Assís, le ha brindado su apoyo.
El propio Santos intentó rebajar su imagen más radical durante la presentación de su candidatura, cuando se postuló como candidato a unir al partido.
José Luís Carneiro, más continuidad
El otro candidato es el actual ministro de Administración Interna, José Luís Carneiro, visto más como una opción continuista.
"Es una de las personas de confianza de Costa", señaló a EFE Paula Espírito Santo, experta en Sociología Política de la Universidad de Lisboa, que consideró que sus posiciones públicas lo sitúan más próximo del primer ministro dimisionario.
El moderado Carneiro, de 52 años, ya lo dejó claro cuando presentó su candidatura: a pesar de la renovación que pueda llevar al partido, apostará por "profundizar" en las políticas que ya tiene en marcha el Ejecutivo de Costa.
Formar aún parte del Gobierno de un primer ministro envuelto en sospechas será una desventaja, coincidieron analistas, pero Carneiro puede presumir de no haber protagonizado ningún escándalo durante su mandato.
"Ha sido una figura sin ningún caso asociado ni situaciones que le obligasen a dar explicaciones", recordó Espírito Santo.
Además, ha logrado mantenerse en una cartera tradicionalmente complicada en los Gobiernos de Portugal, Administración Interna, tras dos predecesores que acabaron dimitiendo.
Sobre futuros pactos, Carneiro ha marcado distancias con los partidos más a la izquierda, pero dejó caer que estaría dispuesto a permitir un Gobierno conservador si así se evita que la ultraderecha entre en el Ejecutivo.