El próximo cara a cara entre los presidentes de China y EE.UU., Xi Jinping y Joe Biden, es un hito importante en el deshielo que han protagonizado sus países en los últimos meses, pero ni de lejos la solución definitiva a las fricciones entre las dos potencias.
"Se trata de hablar, pero de poco más", señaló a EFE el director del Observatorio de la Política China, Xulio Ríos, quien consideró que "nadie se hace ilusiones de un cambio de estrategia en cada una de las partes".
La reunión, que tendrá lugar en los márgenes de la APEC en San Francisco, será la primera en un año entre los dos líderes tras la que mantuvieron durante unas tres horas en noviembre de 2022 en Bali (Indonesia) durante la cumbre del G20.
Gestionar una relación difícil
"Puede haber alivio relativo en algún aspecto pero no cabe reconstrucción de la confianza mutua. Ese tiempo pasó, probablemente de forma irreversible", sentencia Ríos.
La guerra comercial y sanciones a empresas chinas en EE.UU., las tensiones en el Estrecho de Taiwán y el Mar de China Meridional o la creciente cercanía de China a Rusia pese a la invasión de Ucrania han sido algunos de los asuntos que en los últimos años han profundizado la brecha entre Pekín y Washington.
También lo ve así Amy P. Celico, codirectora del programa de Asia en Albright Stonebridge Group, quien no cree que "nadie espere que esta reunión mejore las relaciones entre Estados Unidos y China" pero sí "que conduzca a una mayor estabilidad en la gestión de una relación muy difícil".
"Deberíamos tener bajas expectativas sobre una reunión que tiene como objetivo continuar este proceso de gestionar la competencia estratégica centro de ciertos límites", consideró por su parte en declaraciones a EFE Rick Waters, hasta junio pasado subsecretario adjunto del Departamento de Estado para China y Taiwán.
Una señal al resto del mundo
Aunque no esperen grandes titulares ni un amigamiento inmediato, los analistas sí creen que el encuentro servirá al menos para enviar una señal positiva a la comunidad internacional de que las dos mayores economías del mundo están tratando de aligerar tensiones.
Celico destacó las numerosas idas y venidas de altos cargos de ambos gobiernos en los últimos meses para dialogar, algo que a diferencia de la reunión de Bali, con la relación bajo mínimos, hace que los líderes lleguen al encuentro de San Francisco con una "visión realista y clara de dónde pueden y no hacer progresos".
Sobre la mesa, todos los temas que han enquistado la relación en los últimos tiempos y sobre todo Taiwán, asunto especialmente sensible para China y donde se celebrarán en enero de 2024 unas elecciones presidenciales que determinarán el rumbo de las relaciones entre ambos lados del Estrecho de Formosa.
La abundancia de temas, sin embargo, contrasta con los contados acuerdos que esperan los expertos.
Muchos temas, pocos acuerdos
A falta de un día para que se vean, Bloomberg avanzó hoy que Biden y Xi anunciarán un acuerdo por el que China multiplicará su lucha contra la fabricación y exportación de fentanilo, uno de los temas candentes en la relación.
Más complicado será alcanzar pactos sobre Taiwán o los encontronazos en el Mar de China Meridional, donde Pekín y varios países de la región mantienen disputas territoriales, o sobre los conflictos de Ucrania y Oriente Medio, donde las dos potencias aspiran a rebajar las tensiones pero han cerrado filas con frentes opuestos.
"Con las elecciones en Taiwán a la vuelta de la esquina es fundamental que ese diálogo se parapete de forma muy sólida conjurándose ante una hipotética crisis que pudiera llegar a ser mayor que la vivida en agosto de 2022 con la visita de Nancy Pelosi a Taipéi", indica Ríos.
Para Rick Waters, "cualquier acuerdo que se haga o el tono que salga de la reunión será puesto a prueba en el futuro cercano, en las elecciones en Taiwán, la competencia tecnológica y eventualmente en las propias elecciones de Estados Unidos".
La sombra electoral
Y es que la cita estará marcada también por la cercanía de los comicios presidenciales en EEUU en 2024, en los que Biden aspira a una reelección que puede verse perjudicada por cualquier concesión que haga a Pekín.
"Sabemos que la relación entre Estados Unidos y China estará llena de tensiones en 2024", asevera Celico, quien recuerda que la competencia con el gigante asiático será "un tema candente" en la campaña y anticipa un Biden precavido "para no alienar a un electorado aún muy sensible sobre los efectos de la globalización".
Esta postura hará, para los analistas, que Xi no pueda llevar a buen puerto cualquier intento de que Washington suavice o elimine las sanciones que pesan sobre empresas o particulares chinos en nombre de la seguridad nacional estadounidense.
"EEUU ha dejado claro que tiene interés en la cumbre pero también que eso no quiere decir que no vaya a seguir hostigando a China en materia tecnológica o de inversiones, de seguridad o estratégicas. La rivalidad con China es el eje de la política exterior de Biden: eso no va a cambiar y Xi no va a bajar la cerviz", sentencia Xulio Ríos.
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