Sevilla, a lo largo de su historia, ha sufrido numerosas transformaciones en su trama urbana aunque si una marcó un antes y un después fue la celebración de la Exposición Universal que conmemoraba el V Centenario del Descubrimiento de América, porque si especialmente la ciudad se conectó con el resto de Andalucía y España, propició la recuperación de una zona hasta ese momento inhábil donde se ubicó la muestra y la reconexión de varias zonas que posteriormente han ido avanzando urbanísticamente hablando.
La
Isla de la Cartuja, situada entre los dos brazos del río Guadalquivir, fue el enclave que albergó la Exposición, que hasta ese momento sólo acogía al Monasterio de la Cartuja, y en ella, como recordaba el IECA en el 25 aniversario de su celebración, se construyeron 30 kilómetros de carreteras en el recinto, se plantaron 30.000 árboles, 600.000 arbustos y 27.500 plantas en 50.000 metros cuadrados de pérgolas.
Se cambiaron el curso de las aguas, se tendieron puentes, se construyeron avenidas, edificios y pabellones, a los que hay que añadir otras instalaciones complementarias y multitud de vías de comunicación, mientras se perdieron algunas instalaciones por el nuevo cauce del río, como fueron las deportivas de Chapina, que se encontraba muy cerca de donde ahora está el puente del Cristo de la Expiración y el parque de Magallanes junto a la Torre Sevilla.
En cuanto a la transformación urbana se construyeron
75 kilómetros de nuevo viario entre las siete rondas y cuatro nuevas avenidas que contribuyeron en gran medida a resolver los problemas de tráfico, así como a acabar con el aislamiento que sufrían numerosos barrios. Además, la nueva circunvalación SE-30 tuvo especial influencia en el área metropolitana, generando un desarrollo espectacular de varias zonas, especialmente el Aljarafe.
Claves en la transformación urbana fueron también la construcción de
seis nuevos puentes sobre el Guadalquivir, los dos de la ronda exterior, el puente del Alamillo y el puente del V Centenario, y los cuatro que reordenaron el tráfico en la ciudad, como fueron los de Barqueta, Cristo de la Expiración, la pasarela de la Cartuja y el puente de las Delicias, que reemplazó al puente de Alfonso XIII, aún arrumbado en terrenos del Puerto en espera de su recuperación.
De hecho, la r
ecuperación del río fue clave, eliminándose el llamado tapón de Chapina, que protegía a la ciudad de las crecidas y riadas del Guadalquivir, y la eliminación de las vías ferroviarias de la calle Torneo, creando una gran avenida y, con ella, recuperando siete kilómetros de orilla fluvial urbanizada a cuyas espaldas había vivido la ciudad.
Porque el tren fue otro de los grandes ejes de aquella gran transformación, primero por la eliminación de la antigua Estación de Plaza de Armas (ahora estación de autobuses) en Torneo y la creación de la Estación de Santa Justa a la que llegaría la nueva Línea de Alta Velocidad, conexión importantísima no sólo con la capital sino con el resto de la región, y segundo, con el soterramiento de las vías que conectarían ésta última con Cádiz, poniendo fin a la división de la ciudad en el barrio de San Bernardo, creando una nueva estación y una incipiente red de cercanías aún por concluir. Además, se multiplicó la capacidad del aeropuerto de Sevilla hasta albergar los cuatro millones de viajeros al año.