Andalucía

Flamenco, la identidad del sur

Las ocho provincias de Andalucía respiran al compás de un mar, un aire y una tierra que baila y canta como ninguna

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  • Este arte, cuyos orígenes siguen vistiéndose de misterio tras siglos de presencia, crece y florece cual jardín en primavera
  • En el mes de noviembre de 2010 se nombró al flamenco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco

Andalucía es flamenca y nadie lo debe poner en duda. Este arte, cuyos orígenes siguen vistiéndose de misterio tras siglos de presencia, crece y florece cual jardín en primavera. Desde aquellos primeros vestigios del siglo XVIII, esta tierra ha aportado al paisaje sonoro de este arte, para muchos un modo de vida, el mayor número de creadores e intérpretes en comparación con otros territorios.

La bandera blanca y verde ha sido la que se ha plantado en las grandes capitales del mundo gracias a voces oscuras, brazos de pinceles y manos que rasguean. El cante, el baile y la guitarra han sido un dialecto más, todos han entendido el mensaje que brota de la emoción y la raza.

En cualquiera de las épocas en la que la historia del flamenco ha crecido, ahí ha estado un alma andaluza. Desde Tío Luis el de la Juliana, cantaor jerezano dieciochesco, a cualquiera de los que capitanean las grandes programaciones culturales en los más prestigiosos festivales de este género, tiene el sello andaluz.

Las ocho provincias que unen el mapa de la tierra de María Santísima, han aportado su impronta históricamente hasta nuestros días para conformar un paisaje único y admirado en todo el mundo. Desde Huelva con sus fandangos, hasta Almería con sus cantes de levante, pasando por Málaga y sus malagueñas, Granada con sus tangos en el Albaicín, Jaén y Córdoba, aromas aceituneros, Cádiz con Jerez y Los Puertos, y Sevilla universal.

En el mes de noviembre de 2010 se nombró al flamenco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, reconocimiento que saldaba la deuda con cientos de andaluces que dedicaron su vida a dignificar un arte en su día estigmatizado y marginado por las altas esferas de la sociedad. Ahora, que todo reluce como el sol que nos despierta, hay que sacar pecho y dedicar tiempo, amor y espacio a lo que nos identifica y nos hace único frente a otras culturas.

Son cientos de miles los que durante el año se desplazan hasta esta comunidad para respirar flamenco, vivirlo en primera persona, pisar las calles y plazas donde nacieron los grandes y referentes, para formar parte de una fiesta improvisada en una peña flamenca, en cualquier día de feria o escuchar una saeta en Semana Santa.

El flamenco, por concluir, es una seña de identidad propia de Andalucía que nos hace ser únicos y distintos, que llena de compás los días de una comunidad que palpita al ritmo de bulerías.  

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