Dos semanas después de la
agresión con arma blanca de un menor a profesores y alumnos del IES Elena García Armada de Jerez, el debate sobre cómo se afronta el
acoso escolar en los centros educativos sigue abierto.
Aunque desde la Consejería de Educación aseguran que no tienen constancia de ninguna activación del protocolo de acoso escolar en el centro jerezano, la
investigación policial dictaminará si hay un caso de bullying detrás de este ataque.
Andalucía Información ha pedido a Manuel J. Fernández y Javier Morales, con amplia experiencia como jefes de estudios y directores de institutos, que valoren si los
protocolos anti-acoso escolar funcionan y si los centros pecan de pasividad.
"Cuando se tiene conocimiento de que se está produciendo un acoso en un centro educativo, los protocolos suelen funcionar bien, ya que por regla general en estos protocolos están implicadas varias personas, desde los tutores del alumno, la orientadora del centro, asuntos sociales, menores…, el principal problema radica en que no se detecte el acoso, si no tiene el centro educativo conocimiento del mismo, no puede actuar", apunta Manuel.
Sobre si se detectan
más casos de acosos en los centros de lo que la gente cree, pero no se le da publicidad, afirman: “No solo se detectan más acosos de lo que la gente piensa, sino que se evitan antes de que llegue a considerarse acoso. Y por supuesto, publicidad por parte del centro educativo no se va a dar. La publicidad surge cuando no se ha podido detectar el acoso y ocurre una desgracia.”
En relación con las
acusaciones de pasividad que reciben los equipos directivos de los centros educativos cuando se dan casos de acoso, insisten en que “con la publicidad que se le está dando a la prevención del acoso, la cantidad de actividades que se realizan en los centros para prevenirlo, la sensibilidad que existe en los centros educativos en particular y en la sociedad en general con este tema, no hay ningún centro que muestre pasividad ante un caso de acoso”.
“Es más -añade Javier-, en lo que se está trabajando cada vez con mayor intensidad es en que el insulto, la agresión esporádica y el maltrato psicológico no se conviertan en acoso”.
¿Y cómo podría
ponerse fin a estos casos?, ¿cómo podrían
mejorarse estos protocolos para ser todavía más efectivos? Los
expertos coinciden en que “hay que hacer un trabajo en equipo entre todos, profesores, padres, alumnos, entidades municipales…”.
Una de las claves, asegura Manuel, es concienciar a los niños de que
denuncien cuando sean víctimas de acoso, y a los observadores que también lo hagan. “Aunque sea reiterativo, por muy bueno que sea el protocolo, si no se denuncia o no se detecta el posible acoso, poco se puede hacer”, concluye.