Fermín Bohórquez fue ovacionado ante el peor lote en la segunda de rejones del abono. Al encierro de Bohórquez le faltó movilidad en el último tercio de la lidia
Los líderes del rejoneo lo fueron más ayer en el coso portuense tras cortar dos orejas cada uno, aunque les faltó llevar público, ante un encierro de Bohórquez al que le faltó casta en el último tercio. En cambio Fermín Bohórquez se conformó con generosas ovaciones tras lidiar dos toros de su ganadería con nota baja.
Esta corrida, que anualmente se celebra de noche, cambió el horario y entendemos que no ha sido para bien de la empresa puesto que los tendidos de sol, que habitualmente se llenan de un público generalmente joven, no se llenaron. Había que ser muy aficionado y amante de los caballos para aguantar casi 36 grados en el sol y a una hora que en la playa se está más fresquito.
Al primero de Bohórquez, parado desde el primer rejón, le faltó codicia siguiendo en la misma tónica en banderillas. Le costó trabajo a Fermín colocarlas y así mismo matarlo, menos mal que dejó el sello del toreo puro campero. Con el segundo, al que recibió a puerta gayola montando a Rubia, calentó a los tendidos en un espectacular toreo a la grupa donde el animal le siguió encelado. Clavó dos rejones y tal vez le sobró el segundo. Ya no fue el mismo toro de salida. Sacó a Receloso, un caballo precioso, y el animal, que no fue ya el mismo, buscaba las tablas. Clavó a dos manos un par y otro de las cortas haciendo un gran esfuerzo.
Como siempre Hermoso de Mendoza dio una lección del toreo a la jineta. Desde los recortes de salida hasta las banderillas al quiebro y el toreo de costado con Ícaro, todo fue bello. El ambiente subió de tono y más cuando colocó banderillas cortas dejándose llegar con Pirata, otro buen caballo. El quinto fue de menor intensidad, aunque sacó a Silveti y Chenel. En banderillas al toro le faltó motor en el último tercio. Con Pirata mató rápidamente y de nuevo otra oreja.
La actuación de Diego Ventura siempre está marcada por la espectacularidad y el dominio de la buena cuadra que lleva. Dejó dos rejones en su primero, cortándole el toro peligrosamente. Sacó a Gines, un precioso y noble albino, clavando banderillas en todo lo alto, al igual que con las cortas con Nazarí. El postrero adorno haciendo el teléfono en la testuz del animal y a su vez girando cuatro veces alrededor del toro entusiasmó y le ayudó para cortar la oreja.
Apenas nada relevante en el último, un toro que se echó a la salida de la primera banderilla tras haber colocado Ventura dos rejones de castigo sobrando también el segundo. Todo lo tuvo que hacer el rejoneador con un toro manso y parado.