Elecciones argentinas. No es que sea una noticia de alcance para las gentes de esta España post-pre-electoral, pero si se enmarca en lo que se ha venido observando en el mundo como avance de los “fascismos”, “ultra derechas” o “radicalneoliberalismo” el tema tiene “un majao”. Y, aunque la canción “Golondrina mensajera”, compuesta la letra son José Morales y A. Olmedilla y la música, de Tomás Sanmartín y cantada en 1958 por Lolita Sevilla, suscite una lejanía, con eso darle un “beso a mi madre, que allá en la argentina está”, lo que ocurre en Argentina puede tener mucho que ver con lo que ocurre aquí, en la vieja Europa. Podría confirmarse aquello de que en todos lugares “cuecen habas” y en Argentina, por aquello de “genio y figura” bastantes más habas lleva el guiso electoral. La presencia en estas elecciones de un personaje llamado MILEI está dando mucha materia mediática. Ha pasado de ser un desconocido, hasta hace poco, para la generalidad de quienes habitan el planeta, especialmente para las nuevas “Españas” de allende los mares, a ocupar foros y debates, al haber casi obtenido los votos suficientes para gobernar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales argentinas. Inesperado ascenso de la fuerza política que representa y lidera que plantea los problemas argentinos que no son pocos como la resultante de décadas de malos políticos. Los llama “casta”. ¿Suena a las gentes de España este calificativo, aplicado otrora por un dirigente de la “izquierda”? Incluso sorprendente que se autodenomine “anarcocapitalista”. Y Milei promete quitarlos de en medio. -¿Por qué motivo? -¡Porque roban a las gentes! Además no sólo eso, ya que las reformas “revolucionarias” que promete, entre ellas que de gobernar Argentina “dolarizará la economía del país”, reducir el funcionariado en un 40% de un dia para otro, cerrar el Banco Central, pasar de 28 ministerios a 8… requerirán su presencia en el gobierno no menos de 40 años. Toda una vocación de agarrar el sillón y no dejarlo, porque a sus 50 años, habrá que imaginárselo como un presidente nonagenario. Cuando le preguntan por el proceso de “dolarización” poco o nada tiene que decir, más allá de que -¡el peso argentino nadie lo quiere!, Con respecto a la enseñanza o la sanidad pública se le pregunta, y afirma contundentemente que cree en los sistemas públicos sanitarios y educativos. Sin embargo cuando se le pregunta la fórmula para financiarlos manifiesta Milei que el estado debe dar el dinero a cada ciudadano y que este decida donde quiere recibir el servicio educativo o sanitario. Y si se le pregunta que en caso de que el costo del servicio sea superior al dinero que aporta el Estado, se queda mudo. - ¡Amigo esas son las leyes del mercado! Pero la mayor de las contradicciones es que no se percata de que está dando por sentado que el Estado recogerá impuestos para precisamente, como el bien dice repartirlos, no obstante a que el Estado cobre impuestos lo califica de Robo. Se le pregunta como pretende ayudar a quienes tienen disminuidas sus facultades, las personas discapacitadas… y responde comentando al periodista - ¡Vos queréis robarme a mi para dárselo a otro! Milei es la representación de la vanguardia de las multinacionales y grandes corporaciones. La burguesía que consolidó durante los dos siglos pasados, el Estado liberal, para precisamente poder detraer plusvalías a los pueblos y transferirlas a donde la Burguesía se beneficiara, se ha fraccionado y las altas cúpulas de los poderes económicos han decidido que ha llegado el momento de superar la fase “estatista”. -¿Para qué los Estados? Cuando es posible recibir las plusvalías directamente a través de las prestaciones privadas de servicios y venta de bienes. -¡Que cada cual tire de su vida! Si le toca una enfermedad, una desgracia, etc… -¿Para que un sistema de protección, de ayuda? -¡Que se espabilen! Dice Milei. Y claro, para convencer al pueblo argentino utiliza el mantra de “los políticos nos roban, os roban”. Y -¿para que darles dineros a “ellos”? -Que cada cual con su dinero atienda a sus necesidades. Sigue al pie de la letra una vieja estrategia maoísta “agudizar las contradicciones”, -¡cuando peor, mejor! Se carga la esencia del pacto social que persigue que toda la población resuelva solidariamente los problemas. Por otro lado hace abstracción de la situación de monopolio que realmente imponen las multinacionales y deja a la “libertad” del mercado las respuestas a las necesidades que experimenta una sociedad avanzada como la Argentina. El interés privado nunca tiene en consideración el bien público, porque para eso está el Estado. Y la posible corrección o atemperamiento del afán de lucro desmedido que tienen las grandes empresas y fortunas, la invocación a una autentica competencia, en absurda porque es imposible. La “libre” competencia en mercados custodiados por los grandes no existe. Ya que conforman, mediante pactos secretos, una autentica “dictadura” del mercado. Es tan notorio este hecho como el de la entelequia de la división de poderes que tampoco existe. El poder no permite ser dividido y este, cada vez más poderoso, núcleo de propietarios del mundo no está por la tarea, más bien al contrario. Quizás la ciencia cuántica, capaz de fraccionar el átomo, pueda diseñar experimentos que permitan la fragmentación de las enormes fuerzas que conforman los bloques de poder mundial. Argentina lleva años en la encrucijada y los “ilusionantes” peronismos o justicialismos… y otros ismos, no han llegado a instalarse, porque políticos corruptos que han militado en las filas de tantos ismos han conseguido enterrarlos. Esa realidad lleva a que un Milei cualquiera, contando el cuento de que ¡os roban! se haga con más del 30% de los votos del electorado argentino en la primera vuelta. Los partidos de la “casta”, ¿habrán tomado nota de que se les lleva años viendo el plumero? Sí saben que Milei va a por ellos, evidentemente para sustituirlos. ¿La segunda vuelta permitirá recobrar al electorado el sentido “patrio” y de esta forma se ponga fin a la locura de este Milei? La sociedad argentina y también la española precisan de una democratización real de la estructura del Estado que garantice a la sociedad civil la capacidad de decidir sobre los asuntos que a todas las personas les afectan. Las derechas cada vez quieren menos estado, más mercado y esta dialéctica entre la gestión estatal o mercantil se resuelve contestando a una pregunta: El día que no haya Estado, ¿Quién mandará?
Fdo Rafael Fenoy Rico
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