El día 23 de diciembre de 1965 nacía oficialmente en Huelva la Asociación de Padres y Protectores de Niños y Adolescentes Subnormales, una denominación demasiado impactante a primera vista y una entidad sin ánimo de lucro que hoy, más de medio siglo después, sin cambiar un ápice su filosofía, ha cambiado su denominación con mucho acierto y sensibilidad adaptándose a los tiempos. Hoy, Aspapronias, como es conocida según las siglas de su anterior nombre de pila, es la Asociación de Padres y Protectores de Personas con Discapacidad Intelectual. Así, sí. La entidad, que ya en 1980 fue declarada de Utilidad Pública, es pionera en este campo en la provincia de Huelva y hoy se enorgullece de, aparte del cumplimiento entusiasta de sus fines, haber creado medio centenar de puestos de trabajo para atender las necesidades de sus distintos centros escolares, ocupacionales, laborales y de estancias diurnas y permanentes. Nació de la mano de Joaquín Manzano Flores, un prestigioso especialista en Traumatología y, con el paso de los años, fue pilotada por otros muchos onubenses, entre los que modestamente aporté mi trabajo en vísperas de la celebración del cincuentenario.
Hoy, Aspapronias tiene sedes en el Polígono de San Sebastián y en la Ronda Norte, donde, si Huelva se echase algún día pa´lante, llegaría a florecer uno de los complejos de estas características y con ampliación de sus ahora mismo numerosas y diversas actividades, un centro de referencia que, por experiencia y prestigio, dispone de terrenos que ahora mismo necesitan arroparse tras la mirada de esos nuevos políticos surgidos de las pasadas elecciones municipales y de los que saldrán de las generales, con visión de futuro suficiente para hacer de la entidad decana y pionera en Huelva -repito e insisto- algo que cada día será más necesario. Hoy, Aspapronias ofrece actividades y servicios que, de conocerlos, causarían la admiración de propios y extraños y que justifican las numerosas distinciones que ahora mismo presenta con orgullo a la capital y provincia. Desde la escolarización a las estancias diurnas y permanentes y, ya en el plano laboral, donde todavía no ha podido demostrar sus inmensas posibilidades, una vez que reciba más apoyos de los que recibe ahora mismo a escala institucional, pero que a trancas y barrancas permiten a la asociación ir cumpliendo sus objetivos.
Las cosas así, Aspapronias ha celebrado asamblea general, en la que su presidenta, Cristina Andreu Vázquez, resaltaba encontrarse en una etapa de nueva normalidad desde la nefasta pandemia que hizo temblar sus estructuras y superar aquello gracias a la solidez de sus estructuras. La señora Andreu Vázquez puso mucho énfasis al manifestar su orgullo de haber conseguido, con gran esfuerzo de todos, superar los obstáculos que se han ido presentando durante todo este tiempo negativo. Y, como feliz contrapartida, su satisfacción y felicidad por la renovación del Criterio de Valoración FQM más 300, que distingue con su sello de calidad a todas sus secciones de Aspapronias. Eso sí, lo reconoció gracias al esfuerzo de todos y cada uno/a de sus trabajadores. La asamblea reconoció su gratitud a la Hermandad de Nuestra Señora de las Esperanza de Huelva por hacerse cargo mensualmente de todos los gastos que origina la piscina terapéutica que hace muchos años construyó como obra social de la Coronación Canónica de su titular.
Sí, esta cita anual con Aspapronias me ha permitido valorar su prestigio y los muchos malabares a los que suele recurrir para mantener la estabilidad económica de ese casi más de centenar y medio de usuarios que –repito- no solo cuentan con la atención personal de sus trabajadores, sino de los distintos conciertos con las administraciones y entidades y empresas que también contribuyen con sus aportaciones al sostenimiento de este buque insignia de la solidaridad y asistencias a las personas -niños y mayores- con discapacidad intelectual. ¡Ah! No puedo omitir la referencia al Centro Especial de Empleo, con 23 años de experiencia en la actividad de artes gráficas y que con la pandemia se vio peligrosamente en la cuerda floja. El año 2022 le ha permitido un respiro, pero al desligarse por prescripción tutorial de la Junta de Andalucía de su dependencia de la propia Aspapronias, ha pasado por numerosas dificultades que solo mejorarían su actividad con esos encargos de impresión a los que da respuesta con garantía y en tiempo razonable y se convierte indirectamente en su protector más selecto.
La mejor ayuda que podemos aportar tiene, inexorablemente, que llevar el sello económico, ya que ahora mismo con ese centenar -poco más o menos- de modestos socios protectores no se pueden hacer milagros. Sí, pequeños milagros que hacen posible el Ayuntamiento de Huelva y, sobre todo, el de Palos de la Frontera, que ha permitido adquirir una nueva furgoneta adaptada que hará posible visualizar desde su estructura exterior muchas firmas comerciales, todo ello sin olvidar, entre otros, al Puerto de Huelva y a los estibadores. Si el lector necesita más información puede recurrir a la página web de la entidad y, si lo prefiere, girar visita a sus instalaciones para comprobar ‘in situ’ las inmensas posibilidades de la Ronda Norte de Huelva, que instituciones y Junta de Andalucía tienen la responsabilidad de poner al día con nuevas y atractivas actividades para que nada decaiga en esta asociación de la que todos debemos sentirnos orgullosos y responsables de su continuidad. ¡Ah! Y que iniciativas como la del Ayuntamiento de Palos de la Frontera sean un aliciente para demostrar su ejemplar gestión en el mundo de la discapacidad. Eso…
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