Andalucía

?Las reglas del mercado se cargan a los agricultores?

La titular de Agricultura y Pesca rechaza ser una mera gestora de ayudas, quiere intervenir, sobre todo ante algunos aspectos del mercado, porque no se puede permitir que se abuse de los agricultores cuando no se hace con el resto de trabajadores

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  • La consejera de Agricultura y Pesca, Clara Aguilera, durante la entrevista con el Grupo Información en despacho de Sevilla. -
La agricultura es un sector estratégico, básico en la vida de muchos de nuestros pueblos, pero depende directamente de Bruselas. Dos conceptos quedan claros de la entrevista con la consejera de Agricultura y Pesca, Clara Aguilera, que la Unión Europea tiene que contar con la opinión de las regiones y que hay que tener en cuenta las especificidades del sector, porque incluso con subvenciones se expulsa a sus actores del mercado.

El sector agrario se ha convertido en un sector estratégico, ¿cómo se aborda desde la Consejería?

—Como sector estratégico económico importante tiene que primar en la acción política del Gobierno. Tiene una especificidad distinta, yo diría que dos. Uno, que están muy ligadas las decisiones y las actuaciones a Bruselas, el poder de decisión de un gobierno autonómico tiene sus limitaciones, por eso venimos pidiendo de cara a la reforma a partir del 2013 que los territorios y las regiones tienen que poder decidir más, sin que vayamos a una diferenciación y a cargarnos la política agraria común (PAC), en la que creo firmemente. Tenemos dos sectores que nos marcan casi el 80% la renta agraria andaluza, aceite de oliva y frutas y hortalizas, y en ambos tiene una repercusión muy diferente la PAC con un peso en la renta de los pueblos de Andalucía muy importante. Es un matiz que otras políticas económicas no tienen, ni esa trascendencia. La segunda cuestión es que el sector agroalimentario es básico porque abastece de alimentos, tiene que tener consideraciones específicas. ¿Queremos seguir en Andalucía, en España y en Europa teniendo agricultores que produzcan alimentos? Esa es la pregunta.

Ahí está el determinar hasta qué punto es estratégico...

—Desde Andalucía queremos tener agricultores que produzcan los alimentos. No quiero que Andalucía y Europa pierdan su potencial agrícola. La PAC tiene que tomar horizontes nuevos.

¿Pero articulándolos desde aquí o desde allí?

—Evidentemente, desde allí. Hasta ahora se ha apostado por tener una agricultura importante y se la ha apoyado, estoy convencida que vamos a seguir con el mismo apoyo financiero más allá del 2013, no tengo dudas. Pero si no se articulan los mecanismos de mercado podemos estar perdiendo a nuestros productores, porque la PAC no establece redes de seguridad suficientes. Estamos viendo cómo hay una pérdida de renta agraria en toda Europa, tenemos que tomar decisiones, aunque como gobierno autonómico son muy limitadas.

—Pero algo se podrá hacer.

—Nos podemos convertir a poco que nos descuidemos en gestores de ayudas públicas y yo no quiero ser una simple gestora de ayudas, quiero intervenir. Por eso hemos tomado decisiones muy importantes y las vamos a seguir tomando, como la Ley de la Dehesa, que va a intervenir en un ecosistema singular, que en Bruselas cuesta mucho trabajo que reconozcan. El objetivo es que la actividad económica que se da en esa zona se potencie porque es un ecosistema singular, sostenible pero que tiene poca competitividad si vas al mercado puro y duro, para que la fuente principal de riqueza de esos 128 pueblos tenga futuro, porque con los turistas de fin de semana no se mantienen las dehesas. Lo mismo vamos a hacer con el olivar.

—¿Al final una parte de las estrategias que se toman es para proteger?

—No, diferenciar y reforzar, porque en un ecosistema como la dehesa puede no tener la competitividad que el mercado está dispuesto a pagar y se caen. El olivar sí puede ser competitivo, pero le queda mucho, está muy atomizado y que necesita mejorar estructuralmente.

—Pero ese es un problema de la agricultura y sobre todo de la industria.

—Tenemos un sector agroindustrial que es el primero de Andalucía pero todavía muy atomizado, demasiado atomizado. Lo que estamos haciendo es una importante apuesta por la concentración. En olivar estamos elaborando un plan de calidad para el aceite de oliva para intentar intervenir en la situación de precios bajos. En frutas y hortalizas, un plan de reestructuración para los invernaderos, que tiene una alta competitividad pero que va perdiendo en favor de sectores o zonas emergentes de otros países. Y luego está el desarrollo rural, que ha sido una apuesta de la Junta en la que llevamos dos décadas de trabajo con 52 grupos y en el que hay un dinamismo muy importante y eso es lo que nos hace falta en las zonas rurales.

—Quizás es un ejemplo perfecto de cómo sí se puede adaptar la población rural.

—Efectivamente. Estamos viendo que en la actividad agraria en las últimas tres décadas ha habido una reestructuración brutal, pero hemos perdido muchos activos agrarios, está en peligro el relevo generacional. Los jóvenes que se incorporan no quieren ser agricultores a título principal y en las líneas de ayudas se les pedía que se dedicaran a título principal, pues hay que revisarlo. En las políticas de desarrollo rural tenemos margen suficiente para orientar la política que hacemos en los territorios y hacia la diversificación económica.

—Hablando de normas, ¿podríamos englobar ahí el modificar en la Ley de Competencia con los precios mínimos?

—Nosotros no tenemos ninguna norma de competencia y el Consejo Nacional de la Competencia actúa en función de las europeas. Estamos en un estado de Bienestar y no se permite, por lo menos abiertamente, que nadie cobre menos del Salario Mínimo Interprofesional. En los agricultores se está dando una situación de pérdida de renta y de precios que ni siquiera mantienen sus costes. Las reglas del mercado se cargan a los agricultores y si no permitimos que en las relaciones laborales se abuse de los trabajadores, ¿por qué lo vamos a permitir en un sector estratégico y que es la principal actividad económica de los pueblos de Andalucía? Luego el mercado sólo no me vale, ese es el argumento. No queremos establecer un sistema que suponga un agravamiento de los precios, pero si no se permite que se abuse de los trabajadores, porqué se va a permitir que se abuse del agricultor.

—Que también es trabajador...

—Reflexionemos y veamos qué podemos hacer. Si eso es cambiar y modificar las normas de la competencia, no lo sé, vamos a verlo. Y no es sólo una cuestión de subvenciones, es una cuestión de mercado, porque con subvenciones se está echando a los agricultores. Luego algo está fallando. El tema de la competencia no es fácil, es complejo, yo sé que además puede levantar ampollas pero lo único que planteo es la reflexión. Hay que tratarlo y hay que ser valientes, tiene que haber una red de seguridad para los agricultores.

—Supongo que eso posibilitaría que el agricultor no se viera como el subvencionado.

—Pero es que eso es bastante injusto. La sociedad tiene una percepción de que el agricultor es el subvencionado y no es verdad. Aquí se subvenciona a empresas de automóviles, al sector energético, a las eléctricas. ¿Qué me digan qué sector económico no tiene subvenciones? Son sectores importantes pero que aportan socialmente como el agrícola, no. A mi me parece muy bien la apuesta energética pero eso nos ayuda muy poco a mantener la población rural. Y estamos en un momento adecuado para que a partir de 2013 podamos tener otras redes de seguridad.

—¿Ese es el horizonte del cambio?

—Es que antes, francamente, lo veo inviable. El marco de reflexión es para el nuevo marco.

—¿No puede haber un cambio normativo antes?

—Podemos modificar nuestra Ley de Interprofesionales pero no tiene posibilidades, es el efecto limitante de tener una normativa dependiente de la UE. Tiene muchas ventajas pero tiene efectos limitantes. De todas maneras hay que reforzar mucho nuestros sectores, que tengan un mayor potencial.

—Hay que seguir pidiéndole esfuerzos al sector agrícola.

—Por supuesto. Han introducido muchas mejoras, sin duda. Hay que ver todo lo que se puede hacer en ahorro de costes y eficiencia, que se están haciendo mucho. No paran, hay sectores más dinámicos que otros, pero no paran de invertir. La comercialización es el reto que tenemos, resolver la atomización pero vamos a pasos demasiado lentos, especialmente en el aceite de oliva. Tenemos demasiadas empresas que ofertan aceite de oliva y eso es una debilidad.

—Pero es uno de los sectores donde hay más claros exponentes de cómo se pueden hacer las cosas bien...

—Porque ha hecho muchas cosas bien, sin duda, se ha mejorado a niveles generales, la calidad del aceite que tenemos en nuestras almazaras es francamente excepcional. Tenemos un producto que es una joya pero la joya tenemos que poderla vender suficientemente bien para que nos dé para la renta de esos agricultores.

—Pero siguen vendiendo a granel.

—Se da todavía en demasiados sitios, es decir, que tenemos todavía muchas empresas que únicamente envasan el 20 ó 25% y el 80 es a granel, con lo cual el valor añadido del envasado no lo deja para los agricultores. Esa es nuestra debilidad, el salto que tenemos que dar. Tenemos grandes empresas y cooperativas que están haciendo un gran trabajo, pero no tenemos mucho tiempo, ese es el problema.

—Hemos empezado tarde.

—Por mucha apuesta que hagas desde las administraciones, hasta que el sector no tenga el convencimiento... Aquí se ha hecho claramente la apuesta por modernizar las estructuras, pero no tanto por la comercialización. Tenemos una calidad excepcional pero no conseguimos sacarle valor y que repercuta en la renta de los agricultores.

—El agricultor tiene que ser también empresario, ¿el salto que falta es el de tener claro que esto es un negocio?

—El agricultor sabe bien cómo cuidar sus olivos pero el salto a empresario es difícil y con un sector que está envejecido cuesta mucho, la gente joven sí introduce esa variable. Por eso las ayudas que damos para los grupos que se concentran es que contraten profesionales, porque en las almazaras quien vende es el presidente o el consejo rector. No tienen la profesionalización que hoy requieren los mercados.

—Pero no sólo pasa en el aceite sino también en otros sectores.

—El problema es que es muy difícil imbuir a cierta gente que tiene una edad. Eso ya tiene que ser en la gente más joven y toda esa mentalidad empresarial tiene que ir asociada con una apreciación general en la sociedad que, ya se da, que valore más la vida rural. Ahora pasa lo que te decía al principio, que esos jóvenes que se acercan tampoco quieren estar todo el día dedicados a eso, tendremos que acompasarnos. Porque a lo mejor es una gran parte de la agricultura del futuro.

—El Perfil—

La granadina que sale pitando para su tierra cada vez que puede


Preguntarle a Clara Aguilera algo personal es hablar de Granada, de sus calles por las que le encanta pasear, de su familia y sus amigos a los que busca para charlar y debatir pero evitando la política, que dice que ya está en overbooking. Sale pitando para su tierra cada vez que puede, aunque añora algunas escapadas al Cabo de Gata -que dice que le apasiona-, a la Alpujarra o a Cazorla.

Lleva dos años (antes de consejera de Agricultura fue de Gobernación) en la que la agenda pública arrastra su vida privada, pero más por cierta falta de organización en su poco tiempo libre, pero no le pesa, para ella es un honor ser consejera, le compensa el servicio público “porque aquí no estamos ninguno obligados”.

De cinéfila semanal ha pasado a mensual y lo añora. Lo compensa con las tertulias, porque el cine es una de sus grandes pasiones. Igual que la música. De asistente habitual a todos los conciertos posibles de su etapa estudiantil, ha pasado a tener que reservar los veraniegos de Granada.

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