La muerte en La Mojonera (Almería) de Sega S, un malí de 24 años al que un marroquí apuñaló presuntamente tras tratar de robarle la madrugada del sábado, ha reavivado los enfrentamientos en la comarca del Poniente almeriense, donde está Roquetas de Mar, localidad en la que hace tres meses hubo disturbios por el homicidio de un senegalés.
Los altercados en La Mojonera, poblada por unas 10.000 personas, de ellas un 30 por ciento extranjeros, se iniciaron a las 20.30 horas del sábado, cuando tres marroquíes intentaron robarle la cartera en el interior de un locutorio situado en la plaza Príncipe Felipe, un extenso descampado en el que se ubicaba el recinto ferial.
Al percatarse el malí del intento de robo, comenzó a perseguir a sus asaltantes acompañado por varios compatriotas, aunque en el enfrentamiento posterior, el marroquí Mohamed S, de 28 años, le asestó presuntamente una puñalada mortal.
El presunto homicida y sus dos compatriotas -Aziz E. S. y Abderrahim L- fueron arrestados en una vivienda de la localidad a las 2.30 horas, momento en el que la calma había vuelto ya a La Mojonera, que "siempre se ha caracterizado por la convivencia tranquila" entre colectivos, según su alcalde, Pepe Cara.
Antes de los arrestos, el homicidio había suscitado la ira entre el colectivo subsahariano, que protagonizó una reyerta en la que participaron al menos una veintena de personas, que arrojaron piedras contra los coches, forzaron el cierre de locutorios, vaciaron contenedores y prendieron fuego a varios vehículos.
Agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana y del grupo de Reserva y Seguridad cargaron contra los alborotadores antes de que la situación quedase controlada durante la madrugada, cuando tres personas fueron detenidas por alteración del orden y daños: Soresi D, de 24 años y de Costa de Marfil; Alberto Luis G. D, de 22 años, y Domingo C. M, de 47 años, ambos de Guinea Bissau.
La acción de estos grupos aislados en el lugar del homicidio y en la calle Solera, situada en las cercanías, se saldó con daños en cinco vehículos, dos de ellos alcanzados por las pedradas y tres calcinados, así como en dos locutorios regentados por magrebíes.
La dueña de uno de estos locales, de nacionalidad marroquí, lamentaba que la culpa del crimen recaiga sobre los magrebíes, que han sufrido cuantiosos destrozos en sus propiedades cuando muchos, como ella, ni siquiera tenían conocimiento del homicidio.
Llamamientos a la calma
Los llamamientos a la calma se han sucedido en una jornada en la que la tranquilidad se ha visto quebrada en La Mojonera únicamente a primera hora de la tarde, cuando la Guardia Civil ha cargado de nuevo para disolver a grupos de exaltados que han vuelto a arrojar piedras en la zona del apuñalamiento.
El alcalde de la localidad ha asegurado que comprende el "dolor y la rabia" que ha cundido entre el colectivo subsahariano, lo que no justifica, a su entender, la actuación de "algunos individuos aislados" que han optado por "tomarse la Justicia por su mano", por lo que ha pedido tranquilidad a toda la población, a la que ha instado a que deje actuar a las fuerzas de seguridad.
El regidor ha mantenido conversaciones con representantes de colectivos de inmigrantes que, desde la noche del sábado, han tratado de apaciguar los ánimos entre sendos colectivos, tal y como han narrado el marroquí Mohamed Ahansal, presidente de la asociación de musulmanes de La Mojonera, y Spitou Mendy, representante del Sindicato de Obreros del Campo (SOC).
Ambos han coincidido en calificar de aislado lo ocurrido y en reprochar las actitudes que "no favorecen a nadie", por lo que han abogado por la unión del colectivo inmigrante, por la "paz" y por la "tranquilidad", máxime en un día como el de la fiesta del Cordero.
Los enfrentamientos entre colectivos registrados en La Mojonera, donde se mantiene un amplio dispositivo policial, se producen tres meses después de que en Roquetas de Mar -situada a menos de diez kilómetros- la muerte del senegalés de 28 años Ousmane Kote, quien fue apuñalado presuntamente por Juan José O. N, generase dos noches consecutivas de altercados entre subsaharianos y gitanos, etnia a la que creían que pertenecía el homicida.