346 pasajeros (algunos de ellos andaluces) que emprendieron anoche su viaje en el aeropuerto de Los Ángeles en un vuelo de
Iberia con destino a Madrid están atrapados en la ciudad estadounidense después de que al poco tiempo de despegar saltara “un aviso en cabina sobre un
fallo técnico” en el tren de aterrizaje, según han confirmado desde Iberia a Andalucía Información.
Tras casi cuatro horas “quemando” combustible en el aire, llegaron a tierra de forma segura y sin incidentes, en un
aterrizaje que la compañía aérea no califica “de emergencia”. No coinciden con ella algunos pasajeros, como el gaditano Julián Fernández, que nos explica que
“había en pista decenas de camiones de bomberos”.
Fuentes de Iberia reconocen que el aeropuerto desplegó el “protocolo de emergencia” pero el avión “aterrizó con total normalidad” ya que “en este sector la seguridad es primordial”.
CAOS UNA VEZ EN TIERRA
A pesar del susto que en silencio algunos de los pasajeros llevaron en el cuerpo, lo peor llegó en tierra. “Ha sido un caos”, nos cuenta Lucas Fernández. Una cola enorme el personal de Iberia desbordado, sin darnos solución. “Nos han dicho que no saben cuándo podremos regresar a España pero que mañana es muy improbable”. Él ha perdido su vuelo de conexión con Málaga, donde tendría que haber llegado este jueves para trabajar. Iberia confirma esa versión: Han conseguido reacoplar en otros vuelos solo al 25% del pasaje.
Además, a los que se quedan en tierra, tampoco les han encontrado una opción para dormir: “A alguna persona hemos escuchado que le habían conseguido un hotel pero nos han dicho que están todos llenos y que nos busquemos la vida. Que nos darán 100 dólares por noche, pero en una ciudad como Los Ángeles eso es imposible. Hemos conseguido una habitación que vale 250. Yo tengo suerte y puedo adelantar ese dinero pero habrá gente que no. Y, para colmo, sin saber cuánto se va a alargar esto”.
Iberia se justifica en este caso es que ayer se cancelaron varios vuelos y están, efectivamente, los hoteles que tienen concertados llenos. Han logrado dar alojamiento en 30 habitaciones y “se ha dado prioridad a familias con niños, sillas de ruedas…”.
El resto, “cada uno a apañarse como pueda”, se lamenta Julián.
