El Cádiz ya tiene pie y medio en Segunda B

Los amarillos volvieron a especular por momentos con el resultado y terminaron perdiendo el partido más importante de la temporada ante un Huesca que acabó con nueve jugadores. El equipo cadista ya no depende de sí mismo y sólo un milagro lo salvaría en la última jornada.

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  • Los cadistas no podían creerse el resultado.
Rezar y soñar, es lo único que le queda por hacer a un triste Cádiz que ya ni ganando el último partido tendrá la salvación en sus manos. Sólo una carambola propiciada por dos derrotas de los cuatro equipos que están encima en la tabla, unidas a un triunfo cadista ante el Numancia dejaría a los amarillos en Segunda División, una categoría que, visto lo visto a lo largo de toda la temporada, no se merecen.

El Cádiz salió de inicio con Jon Erice para sustituir a Abraham. Una vez más, se insiste durante la semana en que el equipo saldrá a ganar fuera de casa, tal y como había afirmado con rotundidad Víctor Espárrago, pero uno mira la alineación y detecta claramente otra cosa. Dos laterales izquierdos en la banda, un doble pivote que sirve para todo menos para jugar al fútbol y dos centrales en el banquillo, no era precisamente una apuesta para vencer al equipo de Antonio Calderón. Un Calderón que sorprendió optando por Rodrigo en la punta de ataque en lugar del veterano Moisés.

En las gradas oscenses, el cadismo volvió a demostrar que no tiene límites y, pese a las rastreras restricciones del Huesca y a los más de mil kilómetros de distancia, 120 aficionados amarillos estuvieron presentes en El Alcoraz para seguir el partido en directo.

Muy pronto se pusieron bien las cosas para los amarillos. Corría el minuto seis cuando Jaume Costa se vistió de estrella una vez más (¿por qué este chaval no ha jugado antes tras su buena pretemporada?) para escaparse como un rayo y meter el balón hacia Diego Tristán. El sevillano, muy bien como en casi todo lo que hace, aguantó el esférico y se lo cedió a Enrique en el momento justo para dejarlo solo y sin oposición para batir a Doblas. Y el extremeño no falló, abriendo el marcador ante la alegría del centenar de cadistas presentes y las protestas locales por un posible fuera de juego.

Un defensor local salvó el 0-2 al despejar a saque de esquina un disparo de Ogbeche. El Cádiz estaba desatado ante los nervios del Huesca, que acusó el golpe de haber encajado un tanto tan pronto. Así, una nueva ocasión amarilla no tardó en llegar. Doblas sí acertó esta vez a parar un remate de Diego Tristán, que culminó un contragolpe cadista con mucha clase, pero sin puntería final.

Era el momento del Cádiz, el justo instante para matar un partido complicado acertando de nuevo con la portería de Doblas y no sufrir al final del encuentro, cuando siempre suele meterse atrás. Además, no había que dar respiro a los oscenses, que mediada la primera parte comenzaron a quitarse los temores. Y así llegó el primer remate local, obra de Vegar en el minuto 23 al cabecear ligeramente alto. Una internada de Mikel Rico por el centro terminó con el balón abierto a la derecha y un disparo despejado por la defensa cadista.

Unos minutos de locura total
El partido había entrado en una locura sin pausa que no beneficiaba para nada al Cádiz, que ya iba por delante en el marcador y no necesitaba un intercambio de golpes rápidos, sino controlar el juego para marcar su ritmo. Era normal el ataque sin tregua del Huesca, puesto que el resultado lo condenaba al descenso, pero los de

Espárrago tenían asegurado prácticamente todo lo contrario, por lo que controlar el juego y tranquilizar los ánimos era lo mejor que podían intentar hacer. Pero no pudo el Cádiz calmar el partido y pasó lo peor, llegó el empate. Un despeje del colombiano De la Cuesta salió del área, pero fue a caer cerca de Helguera, que enganchó en latigazo a la escuadra para provocar el delirio de la parroquia local. Ese gol no sacaba al Huesca del descenso, pero sí metía al Cádiz. Había que arriesgar, no quedaba otra.

Nervios en el bando amarillo
Con los nervios trasladados al lado amarillo se llegó al final de una primera mitad que había pasado de sueño a pesadilla para un Cádiz en descenso momentáneo y obligado a ganar para escapar de él. Por contra, el Huesca no tenía nada que perder y era quien más buscaba la portería contraria.

Sin cambios en los equipos comenzó la segunda parte, pero sí en la actitud. Un descarado Huesca se lanzó al ataque aprovechando la caraja cadista. Sendas entradas de Gilvan y Camacho llevaron el peligro a la portería de un Dani que vio al mismísimo Tristán despejar un balón en su área. Los locales lo intentaban sin parar, apretando en busca de un segundo gol que les diera esperanzas de salvación.

Espárrago se la jugó al dar entrada a Toedtli, pero entre comillas porque para introducir en el campo al argentino retiró a Tristán. Aprovechando el cambio para no perder tiempo, Calderón metió en el campo a Moisés retirando a Rodrigo en ataque. Más ofensiva fue la entrada de López Silva por un tocado Jaume Costa, que se despidió este año del Cádiz porque estará sancionado por cinco amarillas este fin de semana.

El minuto 62 sería clave en el partido. Un doble paradón de Dani evitó la segunda alegría local cuando los cadistas desplazados hasta El Alcoraz ya no querían ni mirar al campo. Y un minuto más tarde los oscenses se quedaron con diez. Luis Helguera protagonizó una acción absurda y propinó una patada sin balón a López Silva que podría haber significado tarjeta amarilla, pero Lizondo Cortés la tiñó de rojo para beneficio cadista.

Con uno más, el Cádiz volvió a crecerse un poco en su juego, pero primero López Silva y luego Ogbeche se toparon con un inspirado Doblas. El Cádiz necesitaba marcar un gol para atar la victoria o que la UD Las Palmas empatara en La Condomina para llegar al último partido fuera de la zona de descenso. Lo tenían en sus manos los amarillos, que lo intentaban intentando aprovechar la superioridad numérica.

Y Camacho mató al Cádiz con uno menos. Un disparo por sorpresa batió a Dani Miguélez desde lejos y el Huesca, con un futbolista menos, tenía todas las de ganar mostrando unos galones y una experiencia mucho mayor que la del Cádiz. Pudo ser peor, pero el portero gaditano volvió a salvar a los suyos. El peligro de dar por bueno un pírrico empate volvió a condenar a un Cádiz que se dedicó a tocar el balón cuando ya necesitaba todo lo contrario, colgar balones y llegar con rapidez.

Poco más que contar hasta el final de un partido que pudo tener un tercer gol local obra de Moisés. El Cádiz huele a descenso tras esta dolorosa derrota.

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