El teniente de alcaldesa, José Blas Fernández, defendió desde el primer momento el papel del Mercado Central como auténtico motor comercial de la zona centro de la ciudad. Para ello, consideraba indispensable que abriese sus puertas en horario de tarde, a pesar de que tradicionalmente el Mercado sólo lo hacía por la mañana.
Han sido pocos meses de experimento, pero la cosa parece estar ya clara. El horario de tarde no sólo no está reportando beneficios a los detallistas, sino que está generando unas perjuicios que no se esperaban.
El hecho de que el Ayuntamiento dejase que los comerciantes decidiesen según su criterio si abrían o no ya hacía prever el fracaso de la iniciativa, ya que apenas una decena de puestos, en su mayor parte de frutas y verduras, han estado abriendo sus puertas por la tarde. Ni el pescado ni la carne se han unido al negocio. Esto no ha hecho sino mostrar una imagen de un Mercado triste, con casi todos los puestos cerrados y con una afluencia de público mínima.
Pero esto no es lo peor. La parte más negativa de la decisión de abrir por la tarde ha llegado con los destrozos que casi a diario se producen en las instalaciones durante este horario. La amplitud con que cuentan las instalaciones interiores del Mercado y lo poco transitado del lugar han hecho que la Plaza se convierta de forma regular en un improvisado campo de juegos para los niños del casco histórico, que incluso han llegado a organizar alguna “pachanguita” en el lugar. No sólo eso, sino que los servicios acumulan desperfectos y roturas que aparecen nuevos cada mañana.
La zona está vigilada, pero a juicio de los representantes de los comerciantes, es imposible que un solo guardia de seguridad pueda velar por un recinto de grandes dimensiones y con ocho puertas diferentes de entrada y salida.
Economía
Además de esto, la experiencia acumulada en estos meses ya ha servido a los comerciantes para darse cuenta de que no les resulta rentable abrir sus negocios por la tarde, debido a los gastos que esto conlleva, los cuales no se ven cubiertos con las exiguas ventas que se hacen.
Ante este cúmulo de contrariedades, el presidente de Asodemer, José Luis Paramio, confirma que se solicitrá al Ayuntamiento el cierre de las instalaciones por la tarde, sobre todo de cara al verano. “Vamos a pedir una alternativa en la zona exterior, donde hay mucho espacio, para los pocos que quieran abrir por la tarde”, añade.
Sin rastro de las bolsas reciclables que el Ayuntamiento iba a repartir
El Ayuntamiento de Cádiz, a través de la Delegación de Medio Ambiente, ha anunciado ya en dos ocasiones su intención de repartir a las puertas del Mercado de Abastos una gran cantidad de bolsas reutilizables para los clientes, con el fin de reducir el uso de las de plástico, que son altamente contaminantes. El equipo de Gobierno popular aseguraba hace unas semanas que había informado a los detallistas del Mercado Central de su intención, ofreciéndoles la posibilidad de sumarse a la iniciativa repartiéndolas en sus propios puestos, para lo que les subvencionarían económicamente la diferencia de precio entre estas bolsas de material biodegradable y las de plástico que actualmente utilizan, ya que la subida de precio sería considerable. Desde el principio, los representantes de los detallistas han mostrado su disposición a unirse a esta iniciativa, pero aseguran que nadie del Ayuntamiento se ha puesto en contacto con ellos a este respecto. De una forma u otra, las bolsas no se han visto aún por ningún lado, a pesar de que el Consistorio aseguró que se comenzarían a repartirlas de manera inminente. Los detallistas siguen esperando a que se reúnan con ellos para explicarles los detalles de esta decisión.
Solución para los desperfectos de los puestos
Apenas cien días después de que el Mercado Central se inaugurase después de su rehabilitación surgieron las primeras quejas de los detallistas respecto al estado de las instalaciones. La mayor parte de los problemas derivaban de las filtraciones de agua que se produjeron durante el invierno. Las intensas lluvias provocaron auténticos regueros de agua sobre los comercios y empezó a aparecer el óxido en las estructuras metálicas de los puestos. Además, otra de las principales quejas era la falta de protección contra la lluvia que entraba por el techo y el viento, lo que provocaba molestias a los vendedores y también a los clientes. Esto, unido a los problemas con la iluminación, los desagües o desprendimientos en las paredes, llevaron a los responsables de Asodemer a realizar un recorrido con los medios de comunicación para denunciar públicamente su solución.
—Reparaciones—
El Ayuntamiento, a pesar de achacar en un principio parte de los desperfectos al “mal uso” que algunos habían hecho de los puestos, accedió finalmente a mediar con la empresa encargada de los trabajos de rehabilitación y con el seguro, llegando a un acuerdo para comenzar a reparar los daños que se están llevando a cabo aún en estas fechas.
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