La vida de Araceli Rodríguez dio un giro de 180 grados en 2010 cuando sufrió dos paradas cardíacas en casa de su hermana, en Madrid. Tenía 43 años y una niña pequeña con seis. Estuvo diez días ingresada en la UCI del Hospital Gregorio Marañón. “No contaban conmigo ni sabían cómo iba a quedar, si iba a sufrir alguna patología cerebrovascular”, relata. Afortunadamente, ella tuvo la suerte de salir adelante, sin secuelas, pero todavía después de 13 años recuerda como si fuera ayer el proceso tan “doloroso” que tuvo que superar después de que la angustia y la incertidumbre se apoderaran de ella. “Es algo completamente desconocido. Te quedas con muchísimo miedo”, cuenta a VIVA CÁDIZ la que hasta hace escasos días ha sido presidenta de Trébol de Corazones, la asociación cardíaca que fundó con un grupo de pacientes en su misma situación hace ahora doce años y de la que ha sido presidenta los últimos seis hasta hace escasos días. Consciente de que tuvo la fortuna “de salir”, tuvo claro que no quería que nadie pasara por el mismo trance que ella y encontró en Trébol de Corazones la vía perfecta para “transmitir que con trabajo, con cambio de hábitos, y controlando y gestionando tu enfermedad puedes vivir con ella. Una vez que tienes la fortuna de salir, tienes una segunda oportunidad. Es una llamada de atención tan fuerte que tienes que transformar te, porque la vida te ha dado otra oportunidad y hay que aprovecharla”, explica.
Ella tardó un poco en ver esta realidad, por eso considera fundamental la labor que realiza el voluntariado de la asociación, al estar presente en la fase 1 de rehabilitación cardíaca en el mismo hospital, una vez que el paciente está estabilizado, para transmitirle que todo va a ir bien, para mirarle a los ojos y decirle “he estado como tú y mira cómo estoy ahora, que hago hasta el Camino de Santiago, pero tienes que gestionar tu enfermedad y entrenarte”. Araceli fue una de las primeras pacientes que estrenó la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Puerta del Mar, ahí todavía no sabía que estaba poniendo la semilla de una asociación provincial referente que hasta la pandemia llegó a tener 325 asociados y que en la actualidad cuenta con 250 pacientes de todas las edades, desde niños a mayores. El Covid “nos ha hecho mucho daño” y ha hecho que mucha gente deje atrás las rutinas por el miedo. La segunda fase de la rehabilitación cardíaca es la propia rehabilitación en sí, con carácter transversal, en la que al paciente lo tratan distintos especialistas (rehabilitador, cardiólogo, nutricionista), mientras que en la tercera fase es cuando de nuevo Trébol de Corazones entra en acción. “Es la fase que marcará el resto de tu vida, la de la transformación progresiva, en la que te tienes que reinventar”, explica, a partir de pequeñas rutinas que poco a poco irán formando parte de tu vida. “Algo tan sencillo como salir a caminar te da miedo”, reconoce, sabedora de que hay muchos afectados que no se atreven a hacerlo solo. Por esta razón, en su asociación han convertido el ejercicio físico en “algo tan básico como lavarte los dientes” y desde hace casi una década tienen instauradas sus dos rutas a la semana de siete kilómetros los martes y jueves desde La Caleta y el centro histórico, y a las que pueden unirse en cualquier tramo.
Al Camino de Santiago
La mejor prueba de que están en forma es su cita anual con el Camino de Santiago, que inician este miércoles mientras que sus colaboraciones con los colegios para promover desayunos cardiosaludables, sus talleres de formación de primeros auxilios y numerosas iniciativas enmarcadas en el Día Mundial del Corazón conciencian año tras año con mayor peso. Pero también hay cenas navideñas cardiosaludables a base de salmón y pollo relleno de frutos secos en el local de Amigas del Sur, otra de sus tradiciones. Ahora cree que ha llegado el momento de dar un paso atrás, aunque seguirá vinculada, y será una enfermera de rehabilitación cardíaca, Juana Delgado, quien le sustituya en el cargo. Araceli solo tiene una espinita que no se ha podido quitar por culpa de la tediosa burocracia y de otras cuestiones que se escapan de las competencias de su colectivo para avanzar en su proyecto de Cádiz como ciudad cardioprotegida. Después de un año, siguen esperando que se instalen los dos desfibriladores donados por la Fundación Andaluza del Corazón para la plaza de la Catedral y en la calle Ancha por problemas “burocráticos” junto a otro a otro proyecto de señalización de las rutas cardiosaludables . Serían los dos primeros desfibriladores en la vía pública, un seguro de vida que supondría un paso importante pero que se queda aún lejos del hito de un desfibrilador cada 1.000 habitantes que marca la Fundación Andaluza del Corazón.
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