Definitivamente no es lo mismo un festejo de rejones sin Pablo Hermoso de Mendoza, y más en Madrid. La maestría del navarro marca esta época. De ahí el mérito de uno de los más jóvenes, Leonardo Hernández.
Leonardo buscó ayer la esencia que representa Hermoso, y casi lo logró. Que se dicen pronto, tres orejas.
Es el tercer zambombazo que pega en tres meses. Primero fue en Valencia por Fallas; luego en la feria de Abril de Sevilla; y ahora Madrid. Tres seguidos, en las plazas y ferias que van marcando el eje de la temporada, y sin haber alternado con el navarro.
Va siendo hora por tanto de que se vean las caras el maestro y el discípulo, que ambos sí que pueden rivalizar por la clase y el concepto que atesoran.
Desde luego el lío de Hernández de ayer ha sido muy gordo. El triunfo del ímpetu, pero también de la emotividad desde el clasicismo y la buena técnica. Hernández fue el único en la tarde que apostó por dejarse sus toros más crudos, midiéndoles el castigo de salida con un sólo rejón.
Buscó la espectacularidad pero desde un planteamiento de toreo de poder a poder, dándole a los toros también sus ventajas. Con Amatista en el tercero puso la plaza boca abajo en los galopes a dos pistas y con los cambios por dentro al pitón contrario. De la misma manera que expuso una barbaridad en el sexto cuando montó a Olé, toreando y clavando muy ajustado, con suma limpieza y precisión. Cortó una y dos orejas.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es