—Nueva época en el grupo parlamentario ¿Cuál es el enfoque que le va a dar?
—Dar continuidad al cambio que ha impulsado Pepe Griñán en la búsqueda de un nuevo contrato con la sociedad andaluza, renovando el proyecto del partido.
—¿Y en qué va a cambiar?
—Ahora hay que pensar en un nuevo proyecto y un nuevo tiempo. Cambiar las estructuras productivas, nuevos derechos de la ciudadanía y seguir apostando fuerte frente a aquellos que están intentando romper Andalucía y enfrentar territorios, un proyecto que creo que la derecha está intentando fragmentar. Andalucía es más que ocho provincias pero tiene que ser también enormemente sensible a la realidad de las ocho provincias.
—¿En qué sentido dice que la derecha intenta romper Andalucía?
—Está queriendo jugar al discurso de los agravios entre los territorios. La derecha siempre que no es capaz de manejar o de controlar un determinado ámbito, lo que hace es romper la baraja y en este caso está intentando romper la convivencia democrática en Andalucía lanzando mensajes muy complicados, que intentan ir al estómago de los andaluces y no a la cabeza. El único partido que tiene un proyecto global, integrador para Andalucía y de futuro es el PSOE. Ése es el secreto del éxito del PSOE en Andalucía.
—¿En qué va a cambiar el papel del grupo parlamentario?
—Vamos estar muy pendientes de la realidad de todos y cada uno de los territorios de Andalucía y de cada uno de los grandes temas que le preocupan a Andalucía, de impulsar ese proceso de cambio. Ha llegado el momento de jugar con claridad la carta de desenmascarar las artimañas de la derecha. Tenemos a un líder desesperado, que es el señor Arenas, que en este último mes y medio ha envejecido veinte años en términos políticos ante los cambios que ha promovido el PSOE. Arenas sabe que ésta es su última oportunidad y es un lastre tirando del PP hacia sus propias necesidades personales, no hacia un proyecto de un partido político. No es capaz de poner una sola medida encima de la mesa que ayude a superar la situación que tenemos, ni defender los intereses de Andalucía y tampoco de reconocer la realidad de una Andalucía que ya no es esa realidad de la miseria, de la pandereta y del analfabetismo. La desesperación y la rabia los ciega, y ese odio visceral que le tiene al PSOE y a los dirigentes socialistas convierten al señor Arenas en un político que va a aportar muy poco bueno a Andalucía.
—¿Eso quiere decir que va a haber más guerra a nivel parlamentario?
—No es cuestión de guerra si no de poner a cada uno en su sitio. La inmensa mayoría de los ciudadanos que dieron una mayoría absoluta al PSOE quieren que el programa socialista pueda desarrollarse y que el presidente de la Junta pueda ejercer. Los intentos desleales del PP ensuciando la vida política, crispando e intentando hacer del Parlamento la pista de un circo, tienen que ser combatido pero en defensa de las instituciones y del proyecto que ha sido respaldado por los ciudadanos.
—¿Terminaron las medias tintas y la historia del rodillo?
—Son cosas diferentes. Cada uno tiene la obligación de defender sus posiciones. Pero los grandes temas tienen que poder ser objeto de negociación y de diálogo, y ahí vamos a trabajar incansablemente. Pero no tiene sentido que los ciudadanos hayan votado mayoritariamente a los socialistas y que Arenas quiera imponer el Gobierno desde la oposición y desde una posición que no le ha dado la ciudadanía andaluza.
—Entonces ¿es imposible evitar que se produzcan los espectáculos a los que de vez en cuando asistimos?
—Es imposible teniendo en cuenta el carácter tramposo del señor Arenas, que lo que hace es que cuando las cosas no le van bien, insisto, le pega una patada al tablero. El pleno pasado fue un buen ejemplo, era un mal momento para Arenas, con las implicaciones del PP-A en la trama Gürtel y donde se ponía negro sobre blanco esa vejez prematura que le había entrado al proyecto del PP en Andalucía. Sabíamos que iban a reventar el pleno para intentar desviar la atención de lo fundamental, que es que se han quedado paralizados en términos políticos en Andalucía.
—Es decir, que una parte fundamental del trabajo del grupo parlamentario socialista es evidenciar cómo está el PP.
—El PP ha perdido absolutamente la iniciativa política, la tiene el PSOE. Es una triste guasa que sea así pero estos señores no tienen un proyecto político, tienen un proyecto personal que es el de la desesperación del señor Arenas. Hemos presentado, porque el PP ha tenido una estrategia irresponsable y le ha dado la espalda a la senda de recuperación negando el documento de 53 medidas que le puso por delante el Gobierno andaluz, una proposición no de Ley para que se debata y ver qué dice el PP, pero ha presentado una iniciativa, no pidiendo que el Parlamento respalde las que se han sometido a consenso, que por cierto la mitad son del PP y de IU, sino con sus posiciones radicales que impidieron el acuerdo.
—Pero IU tampoco lo apoyó.
—Es muy curioso, PP e IU tienen una estrategia conjunta en ese tema, hasta el extremo de que han pedido como medida conjunta un debate general con propuestas de resolución. ¿Cómo desde dos posiciones tan radicales se ponen de acuerdo en una estrategia de pinza contra el Gobierno del PSOE?
—¿Vuelve la pinza?
—Pero es una estrategia conjunta contra los andaluces, no contra el Gobierno de Griñán. El no que dieron el otro día se lo dieron a los andaluces, no a Pepe Griñán.
—Ellos critican la prepotencia del Gobierno y que no se podía negociar las medidas.
—Eso no es cierto. El Gobierno llegó cumpliendo con el esquema de negociación que se había planteado, un documento de síntesis de 53 medidas, 26 del PP e IU, sobre las que negociar. Y dicen que no, que no hay posibilidad para el acuerdo global, que vamos a la negociación individual de las medidas. Eso es romper las reglas del juego y eso es intentar responder con parches a una situación que necesita un plan integral y global. Le dijeron no a los andaluces, no al PSOE.
—Poco acuerdo veo, porque el PSOE no acepta ese debate general.
—Nosotros hemos puesto encima de la mesa a través de una iniciativa las 53 medidas. No nos van a parar si eso es lo que están pretendiendo, no van a dilatar la puesta en marcha de las soluciones, porque los ciudadanos no tienen por qué aguantar las estrategias interesadas del señor Arenas. Parte de ellas forman parte de un decreto Ley que se ha convalidado y que se va a debatir como proyecto de Ley, porque hemos querido que sea la Cámara, todos los grupos, los que participen en la conformación de ese texto. Ya veremos, iniciativa a iniciativa, qué son capaces de aportar, pero en lo que veamos de nuevo la patita del estorbo y del boicot, naturalmente no vamos a consentirlo.
—Como dijo un socialista, si nos dejáis solos es porque queréis y nosotros vamos a seguir.
—Efectivamente, vamos a seguir de la mano de los empresarios y los sindicatos, con los que tenemos firmado el VII Acuerdo de Concertación. Si PP e IU quieren sumarse, que se sumen. La puerta va a estar abierta y la mano tendida siempre. Si el PP quiere estorbar, no va a tener ninguna opción ni ninguna posibilidad. Nosotros vamos a seguir trabajando.
—Ahora que habla de empresarios. Santiago Herrero dijo la verdad pero con un mal ejemplo.
—Herrero lo que dijo es que estamos en un momento en el que la austeridad tiene que presidir especialmente la conformación de las cuentas públicas y también de las cuentas privadas de las empresas. Puso un mal ejemplo porque no creo que las políticas sociales y las culturales tengan que considerarse gastos superfluos. Son otros los gastos y habrá que maximizar la eficiencia, con el mínimo coste posible. Pero no vamos a tocar ni la educación, ni la salud, ni los servicios fundamentales ni la dependencia.
—¿Y dónde se puede tocar?
—El Gobierno está viendo aquellos gastos e inversiones que o no reportan en términos de bienestar o no reportan en términos de capacidad productiva y de generación de riqueza y empleo. Lo que esté fuera de ese contexto, habrá que revisarse.
—Incluidas las empresas públicas que son un foco de ataque la oposición.
—No, eso es una manía persecutoria de quien piensa que todo es de su misma condición. El PP tiene una obsesión porque cree que las empresas públicas o el sector público empresarial es una manera de coger atajos desde el punto de vista del procedimiento administrativo o de distraer dinero, nada más lejos de la realidad. Prestan el servicio que se les ha encomendado y lo hacen en las mejores condiciones de eficiencia, ¿por qué hay que tocar el sector público empresarial? A ver si en el fondo lo que está buscando el PP es privatizar los servicios públicos y ahí no nos van a encontrar.
—En sanidad no, pero cala esa idea en el ciudadano con respecto a otras empresas públicas.
—No se corresponde con la realidad. La empresa pública de suelo y de vivienda es la tabla de salvación del sector inmobiliario residencial de la comunidad. La empresa que gestiona Cetursa Sierra Nevada, es la estación más rentable de Europa en estos momentos. Egmasa, es la responsable del funcionamiento del mejor servicio contra incendios forestales del mundo.
—Pues es una de las empresas públicas a las que más caña le dan.
—Porque en el fondo lo que quieren es privatizar los servicios que presta Egmasa, es un discurso muy viejo de la derecha.
—Es decir, que hay que hacer un trabajo muy arduo de información o de contrainformación.
—Puede ser. Pero en la prestación de servicios los ciudadanos tienen la mejor campaña de información de esas empresas.
—Pasando al Parlamento, se ven más las broncas que el trabajo diario que se hace.
—Es verdad, ahí va a haber cambios importantes. Vamos a hacer un esfuerzo porque se vea el trabajo del grupo parlamentario y los ciudadanos lo conozcan, con más comparecencias y a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales, de ida y vuelta. Vamos a hacer un Parlamento abierto, con paredes de cristal.
—Al margen, ¿habrá dialéctica política de calidad?
—Cada uno es como es, pero los políticos tenemos la obligación de que se nos entiendan cuando hablamos, tenemos que hablar con claridad y contundencia, eso no significa que haya que incorporar ni la mala educación, ni los desplantes ni faltar a nadie en el uso de la palabra.Tengo la obligación de que me entiendan, que conozcan mi verdad, y tengo la obligación también de desenmascarar las mentiras del PP, que el ciudadano interprete de verdad lo que el PP está haciendo con sus estrategias y sus discursos.
—De modosito nada...
—No, hay que ser contundente y claro a la hora de expresarse.
—A usted ya le tienen...
—Quizás porque le hablo con claridad a la derecha me tienen un especial cariño, pero no me preocupa. No estoy aquí para agradarle a la derecha sino para responder al encargo que tengo de los ciudadanos y que salga adelante el proyecto del PSOE, por eso lo respaldaron los ciudadanos.
—Siempre habla de la derecha, a IU la tiene un poco apartada.
—El papel de IU es un papel importante, pero es cierto que la dialéctica política fundamental en este Parlamento se da desde dos posiciones ideológicas distintas: la derecha radical que representa el PP y la izquierda que representa el PSOE, que tiene una actitud de centro. La derecha tiene una posición radical en términos políticos y de fondo, eso no gusta. Arenas está muy desesperado y una persona desesperada puede ser muy peligrosa.
—¿En qué sentido?
—Que es capaz de poner en juego cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos porque la alternativa es la desaparición. Y esa desesperación le lleva a poner en peligro la convivencia institucional y democrática. Los números del Parlamento, que el PP lance el discurso de que el presidente Griñán no cuenta con legitimidad, que cuestione el funcionamiento de la Cámara de Cuentas, de la Policía, de los jueces, del Estado de derecho... no es nada más que fruto de su desesperación. En eso es peligroso un político a la desesperada como Javier Arenas.
—¿Han influido las encuestas en los cambios?
—No, el político que toma las decisiones en función de las encuestas es un político inseguro que no merece la consideración de los ciudadanos. Las encuestas lo que marcan es un estado de ánimo puntual que no tiene porqué tener una traducción en términos políticos. Lo que hay que quedarse es en cómo consideran los ciudadanos a los partidos en la oposición y en el gobierno. Y en ese sentido, la valoración y el respeto, la entrega de confianza que hacen los ciudadanos en el PSOE es total. Eso es lo que reflejan las encuestas.
—Pero el PSOE sí que ha pensado en que hay que hacer cambios.
—Los cambios son porque efectivamente los ciudadanos quieren un cambio porque la crisis ha puesto en evidencia todo y frente a esta incertidumbre quieren seguridad, confianza y cambio. Esa reflexión es la que ha hecho el PSOE y es a lo que estamos dando respuesta, no a una cuestión de menos tres puntos o más cinco puntos. Los ciudadanos se merecen más que ese análisis.
—Pero no me puede negar que el PSOE habrá pensado que tiene dos años para convencer de que puede seguir representando ese cambio.
—Pero eso es todos los días. Unos estamos combatiendo la crisis económica y buscando la alianza con los ciudadanos para hacerlo, y otros están aliados con la crisis económica para intentar combatir al PSOE. En el PP todo está planteado en clave de mi desesperación y de mi proyecto, quiero ganar las municipales para ganar después las autonómicas porque si no gano las autonómicas, qué va a ser de mi. Es una visión torticera e interesada de la política y de la confianza de los ciudadanos.
—Pero los ciudadanos parecen estar muy alejados de la política, da igual de qué partido.
—Yo no creo que eso sea verdad. Los ciudadanos están alejados de la actualidad política pero no de la política, cuando llega el momento se acercan a votar y cambian la política, a los políticos y a los gobiernos.
—Griñán es de los que dicen con claridad que el votante de derechas siempre está movilizado y el de izquierdas hay que movilizarlo.
—Es verdad que el votante de derechas vota de forma disciplinada, con el estómago, con las vísceras, y el de izquierdas vota con la cabeza, hace un análisis de la realidad y en función de donde sitúa lo suyo, del qué y del cómo, toma su decisión. Al votante de derechas le da igual el qué, el cómo y el con quién. El que tiene una posición de centro, que es el que normalmente pone y quita las mayorías, toma decisiones racionales en función de la situación, le importa mucho el cómo se hacen las cosas, no sólo lo que se hace. Por eso es importante que los partidos de izquierda tengan capacidad de movilización hacia su electorado, su compromiso ético, porque el votante de derechas vota muchas veces tapándose la nariz. Pero una cosa está clara, al final el saldo es acertado, los ciudadanos nunca se equivocan, se equivocan los partidos. El que piensa que los ciudadanos se equivocan tiene poco recorrido en política y eso le ha pasado a algún dirigente de izquierda y de derecha, que regaña a los ciudadanos.
—También tienen mala fama los políticos y se pagan los errores.
—En política siempre se pagan los errores y está bien que sea así, porque lo que manejan los políticos es siempre patrimonio público.
—El Perfil—
El político que siempre ha estado metido y haciendo política
Mario Jesús Jiménez Díaz (Moguer, 1971) es uno de esos ejemplos de políticos dedicados siempre a la política. Aunque ha estudiado y ha trabajado, siempre lo ha compatibilizado con la política. “Lo que siempre he hecho es estar en política”, reconoce. De hecho, su vida la reparte entre Huelva, donde mantiene la secretaría provincial del partido, y Sevilla, más ahora que está volcado, no sólo en la Portavocía del PSOE en el Parlamento, sino también en el propio partido a nivel regional, donde ejerce como miembro nato del nuevo Comité Director.
Le gustan los aviones -tiene una reproducción del A400M en la mesa de su despacho cuyo montaje le sirvió de relajación-, es un apasionado del flamenco y de internet, que reconoce “no deja de sorprenderme”. De hecho, las redes sociales han sido su gran apuesta en Huelva y lo está trasladando al partido. Y el cine, ahora infantil porque tiene “dos fieras de 7 y 4 años” con las que reconoce es difícil ir de compras.
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