?No busco a los verdugos, he convivido con ellos?

Juan Pérez Silva, hijo de María Silva ?La Libertaria?, lleva toda su vida buscando respuestas sobre la desaparición de su madre tras los trágicos Sucesos de Casas Viejas en la Segunda República

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  • Juan Pérez Silva, hijo de ?La Libertaria? sólo quiere saber qué ocurrió y dónde enterraron a su madre -
  • La madre de Juan Pérez era a su vez hija de Curro Cruz ?Seisdedos?, cuya choza pasó a la historia
  • El hijo de ?La Libertaria? no entiende cómo se pudo encarcelar una menor de edad
  • Juan Pérez confiesa que ha sufrido humillaciones por ser hijo de personas ?non gratas?
Hijo de María Silva, más conocida por su apodo, ‘La Libertaria’, y de Miguel Pérez Cordón, Juan Pérez Silva, casado y con tres hijas, lleva una vida apacible y tranquila en la localidad gaditana de San José del Valle aunque en su interior residen muchas preguntas sin respuesta, y mucha indignación e impotencia.

A sus 75 años de edad y tras culminar su carrera laboral en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, donde ha trabajado durante 36 años, Juan Pérez Silva dedica su vida a dar largos paseos y a su otra gran pasión, la lectura; eso sí, sin desatender en ningún momento la gran lucha que ha guiado su existencia: “saber dónde descansan los restos de mi madre”.

Una lucha contra el olvido y contra las injusticias, que Juan Pérez Silva relata con rabia, impotencia y también con la emoción empapando cada una de sus palabras.

María Silva ‘La Libertaria’, natural de Casas Viejas, era hija de Curro Cruz “Seisdedos” y fue en su humilde choza donde ocurrieron los históricos sucesos que marcaron el principio del fin de la II República.

Su padre, Miguel Pérez, nació en Algar, aunque a muy temprana edad se fue a vivir a Paterna de Rivera donde su abuelo paterno, que “era un químico de aquella época”, montó un alambique en el que elaboraba excelentes aguardientes, ron, coñac...

Miguel Pérez y ‘La Libertaria’ se conocieron en la prisión de Cádiz, tras ser detenida después de los trágicos Sucesos de Casas Viejas. En este punto del relato, Juan Pérez Silva se detiene para preguntarse, o preguntar al aire, “¿cómo se justifica meter a una menor en una cárcel de mujeres?... Eso fue una de las muchas barbaridades que se cometieron con ella”.

La madre, encarcelada

“Esa niña entra en la cárcel”, prosigue Juan, y fue su padre, “que era periodista de la CNT”, quien consigue su libertad “con la ayuda del entonces ministro de Agricultura de la República Española, Marcelino Domingo”. Poco después María y Miguel contrajeron matrimonio y fruto de esa unión nació Juan Pérez Silva, el protagonista de esta crónica.

Lo siguiente que relata Sidonio, nombre con el que María Silva, ‘La Libertaria, inscribió a Juan Pérez Silva peo que tuvo que cambiar por “imperativo al no ser un nombre santo”, es que “la noche del 23 de julio de 1936, mi madre me entregó a la hermana de mi padre, mi tía… y a ella se la llevaron y ya nadie volvió a tener contacto con mi madre”.

Entonces contaba con apenas 13 meses de edad y fue la hermana de Miguel, Francisca Pérez Cordón, “mi tía y segunda madre” y “a la que también le mataron a su novio, Antonio Piñero (recordado por ser por aquel entonces el propietario del bar que hoy regenta el Perro de Paterna), cuando iban a casarse”, la que lo crió “como a un hijo”.
“Se la llevaron”, reitera el hijo de 'La Libertaria', “y en la prisión de Paterna ya nadie volvió a verla”. Su padre ya estaba en la Sauceda de Cortes.

Humillado en vida

Durante todos estos años “he hecho enlaces de leña, eso es algo que lo lleva uno en los genes. He estado inmerso en mi labor de investigación, incluso metiéndome en sitios de dirección prohibida… Y así he pasado mi vida, sufriendo humillaciones y bofetadas sin manos, porque era hijo de personas non gratas”, comenta en tono apesadumbrado.

En contra de lo que puede parecer un orgullo, como es ser hijo de una mujer luchadora que murió por la libertad, para Juan Pérez Silva “es un orgullo, sí, pero muy doloroso y pesado”, porque “llevo años preguntando siempre lo mismo, y al final acabas enterándote de muchas cosas... como que a mi madre le amarraron a una reja y abusaron de ella estando embarazada de seis meses… Eso es muy duro de asimilar”. Tras esta frase se genera un silencio aguerrido como los gritos.

Lo único que daría un poco de tranquilidad a su vida, tal y como confiesa Sidonio, “es saber lo que ya he denunciado en la Audiencia Nacional: en qué cuartel, en qué destacamento, en qué cortijo o en qué palacio, la tuvieron durante el mes que transcurrió desde el 23 de julio al 23 de agosto de 1936... es decir, antes de matarla”.

Datos extraoficiales

De ese periodo no hay datos oficiales “pero sí extraoficiales y a montones… datos que me lo contaron personas que hoy ya son difuntos, y desgraciadamente entonces no existían aparatitos como ése (señalando a la grabadora dispuesta sobre la mesa que separa al entrevistado del entrevistador) para acreditarlo”.

Y es que Juan Pérez Silva no se ha quedado sólo en lo extraoficial. Hace ya tres años que, junto a otros familiares víctimas también de la represión franquista, interpuso una querella ante el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional bajo la tutela del magistrado Baltasar Garzón, por la “detención ilegal y la desaparición forzada de María Silva Cruz”, con el objetivo de que se investiguen los hechos y se aplique la doctrina de la justicia universal, que determina que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, con la esperanza de “saber algún día la verdad de lo que le ocurrió a mi madre”.

“No pude ver personalmente a Garzón pero me atendieron muy bien, a fecha de hoy no me han contestado, será porque le dije”, comenta en tono jocoso, que “si he esperado 73 años no voy a meter prisa ahora”. Además, “estuve delante de él en la celebración del Día de Andalucía, pero no me dijo nada”.

Ahora, “los papeles de mi madre han pasado del juzgado de Madrid al de Chiclana, pero eso lleva más un año y todavía no han contestado”.

“Lo que busco es la partida de defunción de mi madre, porque en el libro de Medina Sidonia no aparece, estaba en los los números 101, 102, 103, pero han desaparecido, las hojas fueron arrancadas según me contaron”.

No busca a los verdugos

Llegados a este punto de la conversación, lo que sí quiere dejar claro el hijo de ‘La Libertaria’ es que “yo no voy a juzgar a nadie, no busco a los verdugos, he estado conviviendo con ellos y no pasa nada... hoy en día los hijos de esos señores son amigos míos, sé sus nombre, conozco sus apellidos… sólo quiero que alguien venga y me diga: tu madre murió en tal sitio, con arma de guerra”; un dato que, según explica Juan, “está escrito con letra muy redonda, clarita y sin faltas de ortografía”.

Consciente de que “es muy difícil olvidar”, afirma que “lo importante es haber logrado la libertad, la igualdad y la tolerancia que hoy en día tenemos y disfrutamos”. Y es que “lo pasado no tiene solución: ellos no ganaron, perdimos todos, unos la dignidad y otros la sangre de los nuestros”.

A estas alturas de su vida, Juan Pérez Silva saca la conclusión de que “soy un vencido, pero no un convencido”.

“Las listas que yo tengo de desaparecidos de Paterna, las tropelías que se cometieron con mujeres y niños… son obra de hombres cuyos hijos se pasean hoy entre nosotros; y de ellos mismos me he alimentado” para añadir sonriendo que “si al final de mi vida voy al infierno, voy a estar descontento con las altas temperaturas, pero acompañadito sí que voy a estar”.

Sobre la reciente conmemoración de los Sucesos de Casas Viejas, Juan Pérez Silva, afirma contundente que “cada año se me revuelven las tripas, los Sucesos fueron muy estudiados y planificados, no sucedieron al azar. Antes del asalto a la choza de mi abuelo habría que estudiar la muerte de un hombre, el jefe del sindicato, en circunstancias desconocidas”.

Pérez Silva afirma que “los míos ya sabemos dónde están, no los que murieron en la choza, que se los comieron los perros y los enterraron a los 11 días”. En este punto saca unas fotos publicadas en Alemania que un amigo le ha traído, “estos son lo que mataron en la Tapia y fueron enterrados, pero hay otros ocho que fueron arrojados en una ‘camioná’ en la curva y que aparecieron al limpiar la fosa”. Esas ocho personas, continúa, “son lo que se han metido en los nichos cedidos por el Ayuntamiento de Benalup-Casas Viejas”.

En la actualidad, además de dar charlas en institutos de Jerez de la Frontera, Juan Pérez Silva participa en los actos que suelen realizarse en recuerdo de sus padres, como el que recientemente se organizó en Paterna de Rivera, donde el Ayuntamiento le ha dedicado una escultura a María Silva y Miguel Cordón, obra del escultor alcalaíno Jesús Cuesta Arana.

Además de estas pequeñas muestras de apoyo, Pérez Silva sólo tiene pequeños recuerdos de su madre “algunas fotografías”, explica, “aunque”, confiesa con cierta nostalgia en la mirada, “cada vez que tengo una mujer delante me acuerdo de ella”.

Un acontecimiento que cambió la Historia de España

Bajo la denominación de Los Sucesos de Casas Viejas ha pasado a la historia uno de los episodios más importantes y trágicos de la Segunda República Española, y catalizador de la caída de Manuel Azaña como presidente del Consejo de Ministros; así como aura de desprestigio de la autoridad gubernamental.

En 1933 España se encuentra inmersa en la llamada Revolución de Enero de 1933, una insurrección huelguista de tres semanas de duración en España, durante la cual se desarrollaron los asesinatos de Casas Viejas.

El 11 de enero de 1933 tuvo lugar en la actual Benalup-Casas Viejas una revuelta protagonizada por un amplio grupo de anarquistas de la CNT secundando la huelga general revolucionaria convocada por la central sindical a nivel nacional, con la intención de hacer la revolución, para así conseguir llegar a organizarse sin gobierno, atendiendo a su ideología libertaria. Hicieron reparto de alimentos para los más necesitados, abolición de la propiedad privada, destituyendo al alcalde e intentando tomar el cuartel de la Guardia Civil, donde se encontraban un sargento y tres números. Durante el enfrentamiento hirieron de muerte al sargento. Inmediatamente, enterado el Gobierno envió fuerzas de la Guardia Civil y de Asalto bajo el mando del capitán Manuel Rojas que entraron a tiros en el pueblo, incendiaron la casa donde se habían refugiado algunos de los dirigentes de la insurrección, entre ellos Francisco Cruz Gutiérrez, ‘Seisdedos’ que muere calcinado junto a otros vecinos. Otros fueron detenidos y fusilados.

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