A las estaciones de servicio y a los centros de distribución a domicilio les ha tocado la lotería y les han visitado los Reyes Magos: el Gobierno ha eliminado el procedimiento que estableció la bonificación extraordinaria de 20 céntimos para los consumidores finales. Fin de la pesadilla. Hoy están de enhorabuena.
Y están de enhorabuena porque, a pesar de lo bueno de la medida, el sistema implantado tenía efectos perversos para quienes vendían esos productos, y es que, no en vano, “adelantaban el dinero” y financiaban al Estado con no pocas cantidades, sin ayuda ni contraprestación alguna de éste.
Esta pesadilla comenzó a finales de marzo cuando a tan solo tres días de comenzar este sistema -1 de abril- hasta ahora inédito en nuestra legislación, se les trasladó, “inaudita parte”, la insólita medida que, a todas luces, representaba una tremenda carga financiera y que, desgraciadamente, ha llevado a muchos a la ruina. La medida consistía en que el minorista entregaba la gasolina o el gasóleo al consumidor y ya directamente le descontaba 20 céntimos por litro del precio de venta; 20 céntimos que el consumidor no pagaba porque el Gobierno, a través de la temida Agencia Tributaria, se comprometía a devolvérselos al minorista. Y todo ello en base a un procedimiento, prácticamente sin garantías para el vendedor, que dejaba bastante que desear. Se temía lo peor, como así ocurrió.
Muchos gasolineros vieron cómo sus solicitudes de devoluciones se quedaban paradas en el tiempo sin que nadie les dijera qué ocurría con ellas, unas veces porque los funcionarios de Hacienda tenían una carga de trabajo que no podían atender y otras veces porque contenían simples errores que daban la oportunidad al funcionario para bloquearlas. Además, no había seguridad jurídica. Baste decir, por ejemplo, que el gasolinero tenía un plazo para solicitar la devolución de los descuentos que había concedido el mes anterior, y si se lo pasaba, perdía el derecho a obtener esas cantidades sin que existiera en la norma un mecanismo de revisión donde pudiera acudir para hacer sus alegaciones y defender sus derechos. Toca ahora, ya extinguida la medida, revisar todo aquello que se quedó en el aire. Esperemos que se corrijan todos estos desequilibrios y aparezca la cordura en la resolución de los conflictos que vendrán, que se vaticina que no serán pocos.
Desde esta humilde tribuna, no puedo menos que dar la enhorabuena a este gremio que -me consta- tanto ha sufrido estos meses y que no ha recibido del Estado la más mínima palabra de agradecimiento, a pesar de todo el trabajo y esfuerzo que han puesto en ello y que ha permitido que la ayuda de 20 céntimos llegue a quien tenía que llegar.
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