Hasta el pasado domingo había coches que incluso aparcaban en doble fila enfrente a hacer un desayuno exprés antes de ir a trabajar o a media mañana, una estampa que nada tiene que ver con la que lucía ayer este establecimiento. En su interior, apenas había varios grupos de personas tomando un temtempié, mientras que en el exterior la imagen era cuanto menos desoladora entre apenas una máquina y un grupo de operarios que continuaban inmersos en el segundo día en labores de cerramiento. Como relata, se enteró de los trabajos el pasado viernes a través de un cartel que alertaba de que el acceso a esta pequeña zona comercial se cortaba a los vehículos desde el lunes y hasta nuevo aviso. Unas circunstancias con las que se van al traste las ilusiones depositadas para su negocio, que abrió a comienzos de año. Escéptica también se muestra sobre el futuro de su tienda de ropa Guadalupe Torrejón, quien estos días a buscado a contrarreloj un nuevo local junto a Los Gavilanes, en La Granja, para trasladar su establecimiento.
“Yo no puedo aguantar esta situación un año y medio sin aparcamiento, porque la gente se me va a comprar a otro sitio. En plena crisis lo que tienes que hacer es atraer y entusiasmar a tus clientes, y no crearles más molestias y todos sabemos que hoy en día vamos corriendo a los sitios y queremos dejar el coche lo más cerca posible de donde vayamos”, señala.
Más optimistas se mostraban en Naturhouse, donde confían en no resentir demasiado su actividad al funcionar a través de citas previas, si bien son conscientes de que sus clientes pueden terminar aburriéndose y elegir otros centros de esta cadena de la ciudad. Asimismo, en la peluquería Tinoco, Mónica, su propietaria, espera que sus clientas más fieles estén a la altura y su negocio aguante el chaparrón lo mejor posible. “Una vez que todo esté terminado va a quedar muy bien, lo peor es aguantar este año y medio”, señaló.
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