Son los grandes monumentos, cargados de Historia e historias, lugares donde pueden existir vestigios de un pasado que se asome al presente en forma de fantasmas, quizás, en muchos casos, no sean más que leyendas pero, en otros, por lo que narran los testigos, son realidades difíciles de explicar. Una de esas realidades la encontramos en la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Es uno de los edificios más visitados de España, tiene su origen, su construcción, en el año 784 d.C. y se fue, sucesivamente, ampliando en el periodo del Emirato de Córdoba y el califato en la propia ciudad. Su superficie comprende 23.400 metros cuadrados y fue, por extensión, la segunda más grande del mundo tras la de La Meca. Dentro encontramos un "bosque de columnas", en torno a las 1.300, en mármol y granito principalmente y su belleza no tiene parangón.
Encierra bellas leyendas como la "Columna del Santo Cristo Cautivo" o también llamada "de la Uña", entre las capillas del Rosario y de la Epifanía. Cuentan que allí ataron a un cautivo que arañó el mármol y lo ablandó gracias a su fe, como muestra de ello hizo la señal de la Cruz y, desde entonces es una de las más buscadas.
Pero en el interior de la Mezquita también podemos encontrar la huella de lo paranormal en forma de fantasma, de un fantasma muy singular cuya presencia la han podido sentir tanto vigilantes de seguridad como visitantes del monumento. El fenómeno comenzó por respiraciones que se sentían y, además, muy cerca de la persona "víctima del misterio". Posteriormente se pudo ver a una "especie de sombra" que se movía por el interior del recinto sin poder apreciar de quién se trataba o quién la proyectaba y que se acababa desvaneciendo. Esto, como es lógico, creaba gran inquietud entre los trabajadores.
Quizás lo más impactante ha sido, sin dudas, ver la una mujer pálida que viste un vestido de época, largo, y que parecía "levitar" sobre el suelo. La zona de esa aparición es la del altar mayor y la capilla, lugar donde desaparece. Su trágica historia nos lleva a conocer mejor a un personaje: Enrique de Castilla y Sousa, muerto en el siglo XIV. La relación que guarda con este fantasma es que es su hijo. Me explico: Doña Juana de Sousa era la amante de Enrique II "el Magnífico", Enrique II de Castilla. Durante una década tuvieron una relación amorosa del que nació un hijo en 1378, se trataba de Enrique de Castilla y Sousa. Pero el rey tampoco albergaba planes de futuro con doña Juana y la dejó por otra dama, no obstante concedió a su hijo el título de Conde de Cabra y Duque de Medina Sidonia así como un palacio en la ciudad. A doña Juana no quiso dejarla "desamparada" y la trató de casar con un comerciante rico, aunque ella lo rechazó y se dedicó a cuidar a su hijo hasta el momento de su prematura muerte en 1404, con 26 años.
Cuentan que doña Juana perdió la razón y estuvo encerrada con el cadáver de su hijo hasta que pudieron apartarla del mismo. Se le enterró, como noble que era, en la Mezquita-Catedral y ella pidió una habitación cerca del último lugar de descanso de su vástago, justo en la zona del altar mayor y por donde, en vida, se la veía pasear con su vestido largo y la mirada perdida. Justo por donde hoy se ve a este fantasma que habita en la siempre bella Mezquita de Córdoba.
Son muchas más historias extrañas las que tiene la Mezquita y muchos testimonios de encuentros con lo imposible, que sirve lo anterior para, quizás, saber el origen de esos fenómenos paranormales o, tal vez, sólo sea una “simple” leyenda.
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