?Fedra? destaca en lo teatral y no tanto en el terreno ?jondo?

Publicado: 28/02/2010
La verdad es que es complicado evaluar una obra que intentó aunar tantas cosas al mismo tiempo. Quizás por ello, ahora no sé exactamente qué sensación debe prevalecer a la hora de emitir una opinión particular, si la que hace hincapié en el apartado de la danza, en el del teatro o...
La verdad es que es complicado evaluar una obra que intentó aunar tantas cosas al mismo tiempo. Quizás por ello, ahora no sé exactamente qué sensación debe prevalecer a la hora de emitir una opinión particular, si la que hace hincapié en el apartado de la danza, en el del teatro o en el del flamenco.

En líneas generales, la obra aprueba, claro, pero abusa del intimismo, aunque se suplen bien las carencias flamencas –hubo poco de este estilo, seamos sinceros– con esos movimientos únicos de Lola Greco en un escenario que la han llevado a conseguir, no en vano, las más altas cotas del reconocimiento mediático y gremial.

El programa de mano, por si algún espectador de última hora desconocía qué clase de obra iba a presenciar, disipaba las dudas al respecto, informando que la cuestión artística de la noche tomaría derroteros clásicos, al basarse la función en todo un clásico de Eurípides, sobre el que también escribieron Séneca y Racine.

“Fedra, esposa de Teseo, trata de seducir a su hijastro Hipólito en ausencia de su marido, que está cumpliendo una sagrada misión descendiendo a los infiernos para rescatar a Proserpina. Fedra no sabe si Teseo ha muerto en el intento”.

Esto se puede leer en el programa, que aclara puntos históricos acerca de esta tragedia. Lo más curioso de todo es que, por una parte, El Coro, fundamental en las obras de la Grecia clásica, llevan atuendos contemporáneos, con pantalones vaqueros y, por otra parte, Hipólito (Amador Rojas) no muere por una maldición paterna, sino a consecuencia de un accidente de moto, vehículo de dos ruedas presente en el escenario del Villamarta.

Desde un punto estrictamente flamenco, se aprovecharon las misteriosas voces en off de Enrique Morente y su hija Estrella para realzar la tragedia de una mujer, Fedra (Lola Greco), que intenta provocar un interés en su hijastro más allá de lo materno-filial. No adolece de intenciones loables la labor enfocada desde una perspectiva jonda, pero carece de autenticidad flamenca, consagrándose, puede que para bien, no sé, casi toda la trama a realzar más la labor de la danza y la argumental.

Como quiera que sea, los cincos protagonistas de la velada, es decir, Lola Greco, Amador Rojas (impresionante en su interpretación de Hipólito muerto), Alejandro Granados (Teseo), Carmelilla Montoya al cante (y en el papel de Ama) y Estefanía Ruiz, cumplieron con las ilusiones generadas. Estamos hablando de un elenco de primer nivel, valorado como uno de los más grandes conjuntos artísticos que se pueden presenciar en los escenarios a día de hoy.

Puestos a buscarle pegas a Fedra, cabría imputarle una severidad –sí, de acuerdo, inherente a los presupuestos coreográficos clásicos y, en ese sentido, se respetó la Historia– en el mantenimiento de una monotonía que apenas da tregua. La presencia del flamenco, al margen de lo escuchado en las grabaciones de los Morente, fue escasa.

Ponderando aciertos, cabe ser muy generosos con la función de anoche, es indiscutible, pero huelga decir que luces y sombras se entremezclaron durante la obra y lo que se ganó por un lado en el área teatral y dancística, se perdió en la capacidad para ambientar más en clave flamenca una Fedra que estuvo bien, pero siempre quedó en el aire la sensación de que aún faltaba algo y que la obra, con buenos condimentos, necesitaba un remate más jondo.

© Copyright 2024 Andalucía Información