Querido Pepe: Perdona que me dirija a ti llamándote Pepe y no Majestad, y te tutee sin tener en cuenta la dignidad real de la que te revestirás el 6 de enero. Te escribo desde este manicomio, en lo alto de cuya tapia contemplamos las cosas que pasan en La Isla y también las que no pasan. He leído que te han nombrado Rey Mago Baltasar para las próximas Fiestas y me ha entrado una hemorragia de alegría al saber que un emprendedor y un loco como tú va a ver reconocida su trayectoria. Me atrevo a llamarte loco, porque me han dicho que, cuando te enteraste de tu nombramiento, te volviste medio loco, y el otro medio ya lo eras.
Como no tengo el gusto de conocer a tus otros dos compañeros de viaje, los Reyes Melchor y Gaspar, te ruego que les des también la enhorabuena de mi parte por sus nombramientos.
Debo decirte que en el manicomio nos alegramos un montón de que por fin seas Rey Mago de La Isla, que ya era hora, y además de que encarnes al Rey negro Baltasar, pues el rizado africano de tu pelo así lo estaba reclamando.
Y nos alegramos por varios motivos. El primero, porque creemos que te lo mereces, pues llevas trabajando como un auténtico negro sin kanfort en el oficio de carnicero desde los 13 años. En la Plaza de Abastos Central recibiste las primeras lecciones de cómo andarse despabilado en la competición, que es en definitiva la vida. Bien te enseñó Miguel García Suazo y tus demás maestros, que hoy estarán contentos al ver que en tus notas sigues sacando un claro sobresaliente. El segundo, porque tienes ya la experiencia adquirida de haber atravesado a lo largo de tu existencia varios desiertos sin oasis hasta llegar al sitio, como hicieron los reyes originales de Oriente. Llegar a Belén no es fácil, y menos si solamente te puedes guiar por las estrellas que regala el cielo. La tercera, porque los locos pensamos que no hay mejor Rey Mago que el que es capaz de tener la condición de ser un niño como los demás niños. Y tú lo eres. Nada más que hay que ver la ilusión y las ganas que les pones a las cosas para comprobar que pareces nuevo en la batalla. La cuarta, porque siempre tienes las manos abiertas para ayudar al que lo necesita. Y no hay cosa más bonita que ver a un Rey con las manos abiertas repartiendo caramelos y dulzura. La quinta, porque te has volcado con La Isla organizando una vez más, junto con la Asociación de Reyes Magos y del Ayuntamiento, la VIII Feria Solidaria de Cortadores de Jamón, producto este propio de un Rey, siempre para colaborar en la campaña “Ningún niño sin juguete”, de modo que ningún chiquillo cañaílla se quede en su día grande con las manos vacías. Y sexta, porque tú, con tus virtudes y tus defectos, a pesar de que algún malaje te diga con mucha guasa que estás más delgado, a mí me caes bien, pues mientras que La Isla se desvive celebrando la fiesta de los muertos, yo te veo con más vitalidad que nunca.
Pepe, tú sabes que los Reyes Magos le llevaron al Niño oro, incienso y mirra. Esperemos que a ti, Baltasar, por ser negro, no te asignen la mirra, que no se sabe lo que es. Si te tocara, cambia eso de la mirra por hamburguesas, croquetas, cachopos y jamones. Tu tocayo San José es el primero que no te va a poner pegas.
Un abrazo y que lo disfrutes a tope.
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