Para ello se contará, tal como se hiciera con San Miguel, con distintos estamentos de la parroquia, principalmente de las cofradías pertenecientes a la feligresía. Es necesaria, una vez más, la colaboración altruista de los cofrades para fines que no sólo beneficien a la Iglesia sino a toda la ciudad. A nadie se le escapa que las cofradías aportan mucho más a la ciudad que lo que reciben de ella, sólo hay que comprobar los beneficios económicos que reporta a particulares, hoteles, bares, agencias de viajes, comercios, talleres, etc. gracias a un trabajo completamente desinteresado, que necesita muchísimas horas de dedicación, de miles de personas que emplean su tiempo y, en muchos casos, su dinero, para que la ciudad tenga la Semana Santa que tiene, para atender infinidad de obras asistenciales y para inculcar principios cristianos que enaltecen a las personas. Y ahora, no sólo esto, sino también, es necesaria su colaboración para que los tesoros artísticos que guardan nuestro templos puedan ser mostrados, se acreciente el culto y, a su vez, potencie la oferta turística de la ciudad. Todo esto es posible si la labor de apertura, vigilancia y asesoramiento artístico se hace gratuitamente porque de lo contrario sus altos costos lo impediría y, como de trabajo no remunerado saben bastante los cofrades, hay que contar con ellos para hacer posible esta feliz realidad que tanto demanda el sector turístico de la ciudad. El turno le toca a San Marcos, después vendrán San Dionisio, San Mateo , San Juan, San Lucas, etc, etc... El joyero de San Miguel está expuesto en un amplio horario de visitas, ahora toca San Marcos, el templo matriz de los Cuatro Evangelistas con toda su historia que se remonta a la Reconquista y su especial vinculación con aquellas juntas presididas por el duque de Medina Sidonia que acabaron con los conflictos banderinos de la nobleza jerezana y con todo su arte que condensa desde el mudéjar más completo e interesante de toda la región como el que se muestra en su capilla bautismal o el alicatado del muro bajo del Presbiterio , la hermosa nave , de gran altura, con su compleja nervadura gótica, su impresionante retablo mayor, una de las pocas muestras de pintura sobre tabla del siglo XVI que se conservan en la ciudad; la variedad de sus capillas, desde el renacimiento al barroco, sus yeserías, el trabajo de sus mármoles, sus retablos rococó, su variada imaginería, sus logradas vidrieras, sus pinturas de Losada, su valiosa platería, en definitiva todo un elenco artístico digno de un gran museo. San Marcos nos abre sus puertas a jerezanos y visitantes, mostrando una riqueza a la altura de muchas catedrales, una riqueza material a la que se une esa riqueza humana de todos aquellos que de forma altruista van a colaborar para bien del culto a Dios y bien de una ciudad que poco a poco va haciendo valer todo lo que tiene. Sólo falta que, en la medida que le corresponda, las distintas instituciones públicas sepan valorar este gesto de generosidad para con la ciudad y aporten cuanto sea necesario, y esté en sus manos, para que la valiosa iniciativa que se está poniendo ahora en marcha no quede en saco roto.
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