"Querido vecino, el próximo doce de octubre por esta calle pasará Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. Si tiene algún problema de movilidad para bajar a la calle, desde la Hermandad podemos ayudarte a que puedas ver a la Virgen de cerca. Puede ponerse en contacto con..(Nombres y teléfonos)".
Ole. Pues eso, precisamente eso, es lo que engrandece a la Hermandad de San Roque. Ellos no lo saben, pero gestos como éste -un simple papel elaborado de manera casera con poco de tecnología y mucho de amor- ponen el dedo en la llaga, abren el libro de las lecciones y demuestran que hay hermandades con sensibilidad sobrada, colectivos con capacidad para darse sin pedir. Ahora tiene la salida extraordinaria más sentido que antes, toma cuerpo de realidad. Han echado el palio abajo, arriado en el suelo de la verdad. Ella, la hermosa Gracia y Esperanza sale para eso, por eso. Sale para las personas que más la necesitan, se pone en la calle con todo su esplendor para acercarse (más) a los necesitados. Y sus hijos, los hermanos devotos de sus lágrimas, están dispuesto a ejercer de ayudantes, de portadores de Esperanza.
No dejo de mirar el papel. Siento ahora las ganas de abrazar a los hermanos de San Roque, de decirles a la cara que este documento pegado en las paredes del barrio es un sobresaliente en amor, es una demostración de Hermandad grande, de un grupo de cofrades que normalmente no hace ruido y, cuando lo hace, es porque se ha echado sus Penas al alma y se ha puesto a caminar a la búsqueda del bien común. Un diez, sí, así de grande. Ayudar a ver a la Virgen de cerca es poner una escalerita hasta el cielo. Bien, hermanos, muy bien de verdad. Con qué poco habéis provocado tanto en mi. Cuando las cosas son de verdad, son gigantes siempre.
Ahora queda que saboreemos lo que ayer se cumplió, el ejemplo de esos hermanos voluntarios que ayudaron a las personas que la necesitaban. Porque la Virgen de San Roque salió por eso, para eso. Queda que se recuerde esa noche de belleza, de luz, de verdes y de estrellas, de amor de barrio.
Queda que la Virgen se haga presente en cada hogar, en cada piso, en cada casa, en cada corazón. Queda que los cofrades de San Roque sientan en lo más profundo del alma la certeza de ser custodios de una belleza tan grande.
Y queda, y aquí lo dejo, que les demos las gracias. Por ser así, por hacerlo así. Por este papel pegado en la pared que dice tanto, que emociona tanto. Queda que os demos las Gracias...y Esperanza.
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