No, no será el puente más largo del mundo, pero sí de Europa, porque contará con 16 Km de longitud para salvar, tan solo dos, los que se proyectaron los túneles de la S-40 para salvar el paso por el Guadalquivir. Más largo que el Vasco de Gama, en Lisboa, y mucho más que el de la Constitución, en Cádiz, cuyo presupuesto casi se duplicó cuando terminaron las obras. Una distancia que se vuelve interminable si la medimos en años, y es que el gran anuncio ministerial conlleva que asumamos que tardaremos medio cuarto de siglo en tener el paso del río solucionado desde el inicio de este proyecto.
Los ciudadanos no entienden este inexplicable atasco en el que están sumidas ésta y otras importantes infraestructuras de nuestra provincia. Los sevillanos llevamos demasiado tiempo soportando el peso de las inversiones, justas y necesarias, que se desarrollaron con motivo de la Expo 92. Y es que si le preguntamos a muchos jóvenes sobre la imagen de nuestra mascota más nostálgica, Curro, nos remitirán al artista malagueño ahora que comienza el año Picasso, antes que al ilustrador checo que dio vida a este feliz pájaro-unicornio, Heinz Edelmann.
El cambio de proyecto, tras 13 años de su aprobación, no ocasiona solo un perjuicio económico y medioambiental, sino que supone poner en riesgo la reputación de las administraciones. La realidad es que parece que se resume todo en un problema económico, aunque no sabemos cuánto costará rescindir el contrato con las empresas adjudicatarias y cuánto mandar la tuneladora construida a la chatarrería. Las excusas sobre problemas técnicos o medio ambiéntales no son de recibo, pues pone en evidencia la capacidad de todos aquellos técnicos y funcionarios que dieron su visto bueno a los túneles hace más de una década.
Si hiriente es el retraso en las obras, la opción Low Cost o el abandono del arco norte de la ronda, más hiriente ha sido escuchar que unos de los motivos de elección de la opción puente, es que se convertirá en un atractivo turístico. ¿De verdad? ¿En Sevilla? ¿Compitiendo en altura con nuestra Turris Fortissima? Miren los sevillanos no queremos un atractivo turístico, no queremos paseos peatonales de 32 km, ni carril bici en una ronda tan importante como la S-40. Queremos las infraestructuras acordadas, proyectadas y presupuestadas que permitan el desarrollo económico de nuestra provincia. Queremos que Curro se convierta de nuevo en mascota, pero de las Empresas Unicornio sevillanas, que sean capaces de crear empleo y bienestar. Queremos que nuestros transportistas no pierdan tiempo ni dinero en esos atascos, ni las familias la paciencia para ir a trabajar o al colegio. Queremos que los pueblos del área metropolitano crezcan en población y prosperidad, en definitiva queremos ser competitivos. Queremos compromiso y sentido común, y ver en esos presupuestos que hoy llegan al Congreso de los Diputados, las inversiones que Sevilla se merece y que tanto tiempo lleva esperando.
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