Datos, datos y más datos. Me gustan los datos porque son significativos y nos aportan mucha información. Sin embargo, reconozco que con éstos que estoy manejando para escribir este artículo, me estoy mareando y además indignando.
Hace unos meses escribí un artículo parecido a éste, pero después de una pandemia como la del coronavirus y una guerra como la de Rusia-Ucrania, los datos han variado.
Dicen que cada vez hay más pobres en el mundo, pero a su vez, aumenta el número de superricos. Gracias a las mencionadas pandemia y guerra, los millonarios aumentaron, alcanzando la cifra de cincuenta y seis millones. ¿Nos estamos acercando al desplome de la humanidad? Porque hay otras cifras que deberían hacernos pensar en ello, pues según las estadísticas hay más de novecientos millones de personas que viven actualmente en extrema pobreza, lo que nos lleva a reflexionar que una de cada diez personas tiene obstáculos para remediar y satisfacer las necesidades básicas como el alimento, la salud, el agua o el saneamiento. Pero hay otro dato que nos dice que la riqueza de las personas más ricas del mundo se ha multiplicado por cuatro, de cuarenta y dos billones de dólares, pasaron a ciento noventa y dos billones en el año 2020. Otro dato: La mayoría no paga impuestos de patrimonio. En España solo pagaron doscientos cincuenta de los setecientos veinticuatro contribuyentes que declaran una fortuna superior a treinta millones y tres mil setecientos cincuenta y tres que declaran entre seis y treinta. Pero eso ya se sabe, ¿ o no?...
El aumento de los precios de los alimentos, del combustible, la luz, etc, alguno causado por la guerra de Ucrania, la pandemia y la desigualdad global en aumento, nos informan de que el mundo haya alcanzado un nivel de pobreza extrema. El hambre en el mundo aumenta. Y yo me pregunto, ¿dónde está el objetivo político que prometía y pretendía erradicar el hambre, la pobreza extrema, la malnutrición y la inseguridad alimentaria antes del 2030 en el marco de la Agenda para el Desarrollo Sostenible? Es cierto que todavía faltan ocho años para que se cumpla el objetivo, pero los datos, en el 2022, hablan por sí solos: el hambre no disminuye, sino que ha aumentado como hemos visto.
Más datos: ochocientos veintiocho millones de personas han padecido hambre en el año 2021, cuarenta y seis millones más que en 2020 y ciento cincuenta millones más que en 2019. En el año 2021, cuarenta y cinco millones de niños menores de cinco años padecieron la forma más letal de malnutrición, es decir, la emaciación, que no es sino una forma de malnutrición que provoca delgadez y debilidad extrema en niños, aumentando sus posibilidades de morir o sufrir deficiencias en su desarrollo, crecimiento y capacidad de aprendizaje, mientras que ciento cincuenta y ocho millones de niños y adolescentes en el mundo sufren sobrepeso y obesidad, esperándose que para el 2030 esta cifra aumente hasta los doscientos cincuenta y cuatro millones. ¡Cuánta desigualdad! ¿Crisis? Sí que la hay, pero como se puede ver no es para todos. Y desigualdad, sí, también. Aunque se piense que son simples datos, son ciertos y están ahí para demostrarnos que hay quien sigue acaparando riquezas a costa de los castigados y sentenciados a sobrevivir, ante el desinterés y apatía mundial y, en su caso, ante la contaminación informativa de la prensa, eso sí, propiedad de los más poderosos, claro…
Ya lo decía Víctor Hugo: “El paraíso de los ricos está hecho con el infierno de los pobres”.
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