He denunciado varias veces en distintas ocasiones ese deterioro del monumento homenaje-recuerdo que el pueblo de Cádiz erigió en honor del obispo benedictino que rigió la diócesis gaditana entre los años 1824 y 1853 en que falleció, habiendo tenido el gran honotr, como prelado electo que era, de haber consagrado el templo catedralicio en 1838 y habiendo sido un gran impulsor de las obras de terminación del mismo. Observen mis lectores lo que en este artículo denuncio y veran que no exagero nada y que ante la realidad me quedo corto. No creo que la restauración del mismo sea de gran calibre económico, pero si es cierto que más tiempo no puede ni debe estar como está siendo evidente el gran estado de deterioro en que se encuentra. El monumento se inauguró en 1856, como hace constar la leyenda que lleva, que dice lo que sigue: “A fray Domingo de Silos Moreno, monje benedictino, obispo de esta diócesis, grande en virtudes, que dio al culto del Señor suntuoso templo. Sus admiradores. Año 1856”. (Transcripción literal de la leyenda). En tiempos del alcalde don Javier de Urritia, ya se había intentado, y él había apoyado la idea, en 1846, erigir una estatua al obispo, pero el prelado se “afligió” con la noticia y prohibió que se llevase a cabo. El monumento, sencillísimo, y cada vez más, pues desde que se inauguró hasta la fecha ha ido perdiendo elementos y primacía. Para su ejecución se organizó un concurso de proyectos fallando la Academia de Bellas Artes de Cádiz a favor del boceto presentado por Leoncio Baglieto. El fallo del jurado se efectuó el día 4 de septiembre de 1853. En 1854, ya se fundía en bronce en los talleres del Arsenal de la Carraca. En los años primeros estuvo muy bien resguardado por una verja de hierro. Cuando se reformó la actual plaza de la Catedral, que también ha llevado los nombres de Silos Moreno y Pío XII, aunque para todos los gaditanos sea siempre la plaza de la Catedral, en 1893, se situó en distinto lugar al primitivo. Posteriormenre una pequeña torta hecha toda ella de guijarros con los emblemas de la ciudad y de la catedral, lo realzaba. Hoy, el abandono más total es el acompañante de tan fiel prelado que supo dar a la ciudad de Cádiz una catedral casi terminada abierta al culto. Pero esto que digo sobre este monumento es también extensible al de la Virgen del Rosario, al de San Francisco Javier, al del marqués de Comillas, al de Castelar y a otros que están olvidados totalmente. El obispo Silos Moreno realmente se llamaba Jacobo Apolinar Moreno y Merino, hijo de D. Joaquín y Doña Tomasa, nacido en Cañas de la Rioja a 23 de julio de 1770, falleciendo al amanecer del día 9 de marzo de 1853, estando sus restos enterrados en la cripta de nuestra catedral nueva.
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