Ha sobrevivido a dos guerras, a una guerra mundial y a la Guerra de España, así como a dos pandemias, la de la gripe española y el COVID-19; y está a punto de cumplir 105 años rodeada de los suyos. Mª Guadalupe Badillo, más conocida como Maruja, nos cuenta que su secreto es “vivir”, disfrutar de la vida y de su familia “sin pensar demasiado”. Eso sí, con una copita de vino todos los días a la que llama “chato”, a poder ser de Sanlúcar de Barrameda (su tierra natal), un poco de marisco que le chifla y actitud positiva frente a las adversidades.
Bromista, cercana y coqueta así se muestra esta mujer, que ha vivido gran parte de su vida entre Marruecos, Madrid, Sevilla, Ceuta y El Puerto de Santa María; todo un ejemplo a seguir para sus hijos, 14 nietos y 20 bisnietos.
“Siempre me ha encantado bailar,se me ha dado bastante bien, bailo lo que sea (risas)”, nos cuenta.
A sus espaldas muchas historias, incluida de amor junto a su Paco al que recuerda más vivo que nunca: “era mucho más grande que yo”, algo que no le hacía mucha gracia a su padre, “pero desde que lo conocí, dije este es mi hombre. Y así fue. No me equivocaba. No es porque fuese mi marido pero era guapísimo”, mientras nos enseña una foto suya vestido de militar. Un oficio que le llevó a pasar mucho tiempo fuera de España.
Al mencionarle la guerra, Maruja se emociona:“He perdido a muchos amigos y conocidos. Se me saltaban las lágrimas cuando se los llevaban en camiones. Sabía que ya no les volvería a ver más. Me decían, no llores Maruja. No llores. Ahora cuando veo en la televisión la Guerra de Ucrania pienso, pobrecitos lo que les queda por pasar”.
Una parte de su vida que le entristece pero de la que, confiesa, nunca tuvo miedo, “nunca”. Y así es porque Maruja era y es una mujer valiente, capaz de subirse a una azotea mientras bombardeaban todo a su alrededor y contar el número de explosivos que destruían todo a su paso. “Veía las bombas y le decía a mi madre: “Mamá, mira otra”. Su madre, como era de esperar le gritaba: “Chiquilla baja ya de ahí, por favor”. Pero ella, nada. Nos cuenta que ni se se inmutaba.
Y puede que ese valor sea también el que le ha llevado a gozar de salud y de tanta vitalidad, a día de hoy. Eso y su familia. “Les quiero mucho”, añade.
A punto de soplar las velas, un año más, rodeada de su familia que no “me deja sola nunca”, a Badillo no le importaría cumplir muchos más, siempre que “esté bien” y seguir viendo cómo transcurre la vida que, a su juicio, “va a peor”. “Antes con dos pesetas que me daba mi madre, traía un canasto lleno. Verduras, fruta, de todo. Ahora ni en broma. Todo está muy caro”, nos explica. Y sí, Maruja tiene razón. El término más sonado en 2022 es: la inflación.
Y es que su experiencia de vida le ha llevado incluso a ver algo que jamás imaginaba. “Yo aún no me lo creo. Cuando me lo enseñaron, me dijeron que se llamaba móvil y que servía para que mi voz se escuchase sin estar en el mismo lugar. Yo dije eso tiene que ser mentira. No puede ser verdad. Y sí, hija, lo es”.
Aún no sabe de qué será la tarta porque “de eso se encargan ellos”, aunque ella no es exquisita ni muy golosa: “como de todo”. Pero, lo que más ilusión le hace es soplar las velas junto a su familia y que sus nietos les digan, “abuela, ¡qué de velas!”.
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