Vinoble vive de las rentas de su mejor época. Después de cuatro años sin celebrarse -la cita anterior debió haber tenido lugar en 2020-, el salón pide a gritos un impulso para que no peligre su futuro.
Aunque la gran afluencia de profesionales durante la recién concluida edición no hace presagiar nada malo, el formato requiere que se le dé una vuelta.
Por ejemplo, una cita puramente comercial no es razonable que interrumpa su horario en las horas centrales. Ampliar la oferta gastronómica como complemento a la enológica podría ser la solución, ya que buena parte de los que se marchan a almorzar fuera o a algunas de las actividades paralelas no suelen regresar por la tarde.
Asimismo, la infraestructura, dependiente del Ayuntamiento de Jerez, organizador del salón, dejaba mucho que desear. Mostradores y mobiliario en mal estado y sin pintar. Hay que cuidar la imagen para que Vinoble vuelva ser lo que fue.
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