Le tocó el privilegio de abrir el Concurso más esperado y lo hicieron con esa dulzura que caracteriza a su autor, pero con sus puntos de acidez. Bonita presentación que con sus cambios de ritmo va enganchando al oyente. En el primer pasodoble, un piropo a Cádiz, por la que harían cualquiera cosa; en el segundo, una crítica al Gobierno y su represión contra los trabajadores del metal. En los cuplés, bromeó con los popurrís de coros y con las puñaladas que se dan los propios comparsistas entre ellos. Popurrí con mucha crítica y sin salir del personaje.
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