Los espiados oficialmente -18- están encantados -más que ninguno el engreído presidente de la Generalitat- porque se sienten señalados como los que son de verdad fetén, fetenes, pata negra del soberanismo. Son 18 los que los jueces autorizaron para ser seguidos por el CNI. Barcelona ardía y los disturbios ocupaban el centro de la capital catalana. La sede de la Policía Nacional estaba bloqueada. El aeropuerto de El Prat colapsó. Esos eran los motivos para seguir a los que encabezaban o financiaban -presuntamente- un denominado Tsunami Democrático. Y Rusia con Puigdemont. Los restantes, hasta superar los 60, que son detallados por un estudio universitario canadiense son de penosa segunda división, lo que provoca un gran disgusto a los no incluidos en el espionaje estatal. El Estado Español -lo llaman como se llamaba oficialmente en tiempo del franquismo- es el responsable de todos los males para los soberanistas catalanes. La palabra España les produce urticaria. Se sustituye por Estado Español. Algunas izquierdas españolas siguen ese sendero de ignorar lo que pone su pasaporte, su DNI y la historia. Los sentimientos son otra cosa.
El presidente de la Generalitat es el representante ordinario del Estado en Cataluña, pero cuando acude a Cataluña el jefe de ese Estado, que él representa en Cataluña y del que no rechaza ninguno de las prorrogativas, no acude a recibirlo, incluso lo menosprecia públicamente El disparate puede continuar indefinidamente.
¿Dónde está el problema? Son varios. En primer lugar, el gobierno español necesita los votos de los soberanistas catalanes para sacar adelante los presupuestos y algunas leyes. Para otras leyes hay distinta geometría posible en el parlamento español. En segundo lugar, las explicaciones que se dan en la comisión de secretos oficiales se tornan de publico conocimiento a los minutos de cerrarse la sesión. Eso conlleva que no se puedan dar todos los detalles de las actuaciones. Sería una temeridad para el CNI. En tercer lugar, el conflicto se alargará porque los independentistas quieren sacar jugo a su situación victimista, el terreno donde se hallan cómodos. Por eso presentan querellas en Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y Luxemburgo. En cuarto lugar, el presidente tiene que dar explicaciones en el parlamento y el socio de gobierno -Podemos- cree que distanciarse del PSOE le da réditos, algo incomprensible para el resto de la humanidad. Vienen curvas, pero no un terremoto.
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