Los independentistas se ahogaban entre las luchas internas y el descrédito de sobre sus propósitos chafados por bastante tiempo, después del fiasco del proceso independentista jalonado por el referéndum, su procesamiento, los indultos y la pugna entre el liderazgo extranjero de Puigdemont y el nacional del presidente catalán, Aragonés, a su vez tutelado por Oriol Junqueras. Y saltó Pegasus. El País y The Guardian revelaron ese caso -abierto judicialmente en Barcelona- sobre el espionaje al presidente del parlamento catalán, Torrent, en 2019. Dos años mas tarde el asunto no avanza porque la información solicitada a Israel, sede de las empresas propietarias de la tecnología de espionaje y hackeo, no prospera.
El giro que se produjo ayer es que también el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa estuvieron siendo espiados por Pegasus en mayo/junio de 2021 por una “intervención externa e ilícita”. Le ha sucedido a una veintena de primeros ministros en el mundo. Todo ello arroja muchas dudas sobre la denuncia que ha presentado el independentismo. Es conocido que hubo una entente entre un grupo de tecnólogos del independentismo, ligados a Puigdemont, en cooperación con el centro canadiense Citizen Lab. El informe pretende involucrar al Estado en un espionaje masivo, pero el gobierno lo niega. A raíz de la abdicación de Juan Carlos I el CNI creó en 2015 -entre Sáez de Santamaría y Sanz Roldán- una Unidad de Defensa de los Principios Constitucionales, a la que se atribuye la “protección” del anterior monarca como el seguimiento de los independentistas. Ni los escándalos del anterior rey se taparon ni las urnas del referéndum se encontraron.
No se puede descartar nada. El carácter invasivo del programa Pegasus es indiscutible y su utilización por servicios de inteligencia extranjeros tampoco puede obviarse. Hasta que se produzca la reunión de la comisión de secretos oficiales no se filtrarán detalles que se desconocen. El gobierno sólo reconoce extraoficialmente que fueron intervenidas las comunicaciones de 18 impulsores del “Tsunami Democrático”, responsables de la toma del aeropuerto del Prat y de los incidentes que asolaron Barcelona, noche tras noche, tras conocerse la sentencia de los independentistas. El gobierno de Pedro Sánchez paga el ansia victimista del soberanismo y su dependencia para sacar adelante determinadas leyes. El giro de los acontecimientos es hoy total. Pegasus es un cáncer incontrolable. ¿Quién está detrás?
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