Una feminista en la cocina

Por qué hacemos lo que hacemos

Nunca había tenido tan clara la constancia de que estamos de préstamo

Publicado: 08/04/2022 ·
08:06
· Actualizado: 08/04/2022 · 09:07
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Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Tarros de cristal.

Una llamada puede cambiar tu vida y no ser más que una estupidez. Un tonto comentario sobre una despensa, me abrió los ojos a mi mortalidad que debería ser tan apreciada y  cotidiana como la vida. No queremos verlo, pero nos morimos. No a grandes buches, sino a suspiros becquerianos. Los que tenemos suerte, porque otros aspiraron fuerte la vida y aún más la muerte. No me obsesiono con la idea. Ni siquiera tengo planes para cuando me jubile, sino que intento darle a cada día la forma de un bombón en la caja de Forrest Gump.

He visto morir a quien más quería… a amigos, a perros, a conocidos, pero nunca había tenido tan clara la constancia de que estamos de préstamo hasta que una amiga me dijo que había encontrado muchos tarros en la despensa de su madre. Estaba desmontando la casa materna, porque la anciana se trasladaba a una residencia.

Desde el mismo instante en que lo escuché, tuve la imagen de mi hija recogiendo los tarros que guardo en mi despensa. No sé por qué lo hago, más que porque son bonitos y herméticos. Odio los envoltorios plásticos que les ponen a los productos. Odio plegarlos sobre sí mismos para que no se estropee lo que ha restado. Para eso uso los tarritos de cristal, para ver lo que hay y usarlo. No sé por qué lo haría ella, ni siquiera si serían de cristal como los míos, pero por primera vez en mucho tiempo me he sentido hermanada con alguien a la que nunca voy a conocer. Si hubiera estado baja de identidades o con la camisa corta de pellejo, lo mismo hubiera pensado que era un mensaje del ciclo eterno con la voz de mi hija en mi oreja, apremiándome a vivir mi existencia como si me fuera la vida en ello.

Supongo que por pensamientos como éste, me salen esos cuentos que luego me premian. Mi madre decía que no entendía de dónde me salían esas ideas , y aun sonrío mientras lo estoy escribiendo porque la mayoría de las historias que escribía al principio de dedicarme a esto que nunca sé catalogar, se las escuchaba a ella. Nos creemos invencibles si estamos sanos y enamorados. Poderosos héroes épicos si tenemos quince años. Madonas de pintor renombrado si nos salen las ubres al paso sin notar la gravedad del Planeta. Pero, en el fondo, solo somos tarritos de despensa.

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