Estos días, por motivos laborales, estoy teniendo la oportunidad de reunirme con diferentes Hermandades y Cofradías para conocer la labor que realizan de cara a lo que algunas llaman “bolsa de caridad” y otras “asistencia social”. Sea como sea, estamos hablando de gente que altruistamente realizan una gran labor de cara a la sociedad.
Son momentos complicados, yo creo que desde 2008 este país no levanta cabeza y cuando no es una crisis es una pandemia o lo supone una guerra tal y como estamos viendo en Ucrania. Esta situación, sin duda, hace que se saque lo mejor que tiene la sociedad y estas entidades, cristianas y católicas, por supuesto, hacen una gran labor en muchos casos no reconocida por el conjunto de la sociedad. Me atrevo a más, somos desconocedores de ese trabajo diario que hacen las hermandades y cofradías.
Efectivamente, el fin primordial como me decía una de las personas encargadas de esta labor es el día a día, esa labor tan importante de ayuda a los demás y que reconforma. El día que sale la cofradía a la calle es lo de menos, es el regalo que tienen como recompensa a esa gran labor que hacen.
Estamos hablando no sólo de aportación de alimentos o el pago de la factura del agua o de la electricidad. También atienden a personas con discapacidad en residencias, hacen acompañamiento de personas mayores, ayudan a personas que por desgracia están en la cárcel o, lo más bonito, atienden niños de familias en riesgo de exclusión social y les dan ese cariño que en muchas ocasiones, por lo injusta que es la vida, no tienen en su casa, en su hogar.
Las Administraciones Públicas tienen que apostar por ellos, tienen que pisar estas entidades y conocer la realidad. Se debe apoyar con todos los medios posibles porque no ayudan a la Virgen o al Cristo, no lo hacen con la Iglesia, lo estarían haciendo de cara a esos miles y miles de beneficiarios del gran trabajo que se hace por los voluntarios y hermanos.
Déjense de complejos, son personas que ayudan a las personas.
Enlazo este artículo con una reflexión que nos hacía a los miembros de la Asociación de Reservistas de las Fuerzas Armadas nuestro Capellán Mayor: “quién no vive para servir, no sirve para vivir”. ¡Qué sabias palabras!
Por ello, gracias y mil veces gracias por lo que hacéis en las cofradías, personas anónimas, sin ningún tipo de interés narcisista. Sois más necesarios que nunca y vuestra labor es esencial para construir una sociedad más justa e igualitaria.
Por mí no va a faltar ese reconocimiento y esa ayuda en lo que también necesiten ellos.
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