En estos tiempos en que Putin juega al ajedrez con Europa, rezando todos porque no lo haga al tres en raya, no nos queda otra que meternos friegasuelos en la mente para olvidarnos. He dejado la comida basura, así que analizo. No digo que acierte, pero lo que se me hace- de verdad-arena en la boca es aguantar el miedo insostenible a lo que no ha ocurrido, versionando futuros apocalípticos de serie B a las cinco de la tarde.
Mis hijos quinceañeros son la versión cotidiana de las redes. Y si Putin esto…Y si Europa lo otro…Internet y la información estallando por todas las pantallas lo han inundado todo una vez más, no para saber sino para atemorizar y no solo a estudiantes que han pasado de pensar en sexo, citas y borracheras para seguir las noticias y preguntarle al profesor de Historia qué va a pasar. En esto de las redes, el presidente ucraniano tiene ventaja porque el dramatismo, las pausas, la intensidad y el buen hacer ante las cámaras hace que le creamos, seamos afines a una causa que desde el principio era justa porque están peleando por su tierra cuando nadie quiso que la atacaran, excepto el que decidió atacarla. A mí me daba que David aguantaría muy poco porque Goliat es muy grande, muy fuerte y le importa todo muy poco, pero admito la valentía, el coraje y el empeño con que defienden su país ante la soledad, la empatía y los pocos medios de los que disponen. En este planeta, Ucrania somos todos. Pero Putin no sabe que Rusia también somos todos, porque esos soldaditos de juguete que manda a invadir no son más que carnaza entre sus políticos dientes
Lo que no está bien, no lo está y basta. No se pude decir más claro, ni más fuerte. No puedes invadir la soberanía, no puedes matar indiscriminadamente. No puedes destruir y acabar con la vida de las personas obligándolas a vagar en busca de algo de paz y supervivencia. Eso pasa factura. Doblar a los jóvenes también, porque de ellos es el futuro en este planeta que no se unirá hasta que no venga una amenaza del exterior lo bastante grande y lo bastante fuerte y le importe todo tan poco como a Putin. Lástima. No sé qué nos deparará el futuro, ni cómo podremos sobreponernos a lo que nos llegue. Todos es incierto como la suciedad que se hinca en los suelos y no sabemos bien de dónde ha llegado. Por eso usamos friegasuelos. Por la esperanza.
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