Renovarse o morir, son las opciones que le quedan al olivarero tradicional, aquel que trabaja olivos robustos de dos y tres patas, en muchos casos centenarios, pero cuyo rendimiento no compensa sus elevados costes de producción frente a técnicas intensivas con olivos más pequeños que dan más rentabilidad.
Así lo ven desde la cooperativa Dcoop, la mayor productora oleícola y de aceitunas de mesa a nivel mundial, que ha puesto en marcha un proyecto para ayudar al olivarero tradicional informándole de nuevos sistemas de cultivo y guiándole, a aquel que lo desee, a llevar a cabo una transformación en su explotación.
"Pensando en esos olivareros tradicionales, con la subida de costes, el envejecimiento del olivar y las dificultades de encontrar mano de obra, si queremos que esos agricultores sigan viviendo del olivar, hay que dar paso", dice a Efeagro el responsable de Relaciones Corporativas de Dcoop, Esteban Carneros.
"Camarón que no se mueve se lo lleva la corriente", enfatiza Carneros, que pone el foco en ayudar a los agricultores, al tiempo que un experto como el director del departamento Técnico Agrícola del Olivar de Dcoop, Rafael Romero, asegura a Efeagro que el momento actual del olivarero tradicional es el de "renovarse o morir".
EL OLIVAR TRADICIONAL DOMINA EL PAISAJE
En la actualidad, el 70 % de los 2,5 millones de hectáreas que hay en España dedicadas al olivar se corresponden con el cultivo tradicional, mientras que el intensivo representa el 28 % y el superintensivo el 2 %, según datos de Dcoop.
Algunos expertos prevén que está proporción vaya cambiando en detrimento de la modalidad tradicional, que siempre mantendrá, no obstante, alrededor de un 40 % del terreno, ya que muchas de esas tierras tienen pendientes superiores al 15 % que impiden que se puedan mecanizar.
En los años en los que hay poca producción, el precio del aceite se mantiene por encima de los 3 euros el litro y el agricultor tradicional puede vivir de ello, pero en campañas de alta cosecha los precios caen incluso por debajo de los 2 euros el litro y estas explotaciones comienzan a no ser rentables, señala Romero.
DIFERENTE RENDIMIENTO SEGÚN EL TIPO DE OLIVAR
Un olivar tradicional da cabida a unos 100 olivos por hectárea, que tardan años en crecer y estar a pleno rendimiento, y que necesitan de amplia mano de obra para ser recolectados, por lo que producir un kilo de aceite puede costar alrededor de 2,70 euros, dice el director de los técnicos.
En aquellos con una pendiente de más del 20 %, la producción media no llega a 2.000 kilos de aceituna por hectárea, y con una pendiente por debajo de ese porcentaje puede subir a unos 3.500 kilos de media por hectárea.
Por contra, en un olivar intensivo, con plantas de un sólo tronco que se recolectan con la vibración de una máquina, se puede dar cabida a entre 200 y 500 olivos por hectárea; el coste de producción está por debajo de los 2 euros por kilo de aceite y su producción se sitúa en una media de 5.000 kilos de aceituna por hectárea, si es de secano, y de 8.000 a 10.000, si es de regadío.
Más extremo es el caso del superintensivo, en el que los árboles se plantan como si fuesen vides, se recogen con una máquina y puede haber entre 1.500 y 3.000 por hectárea, de los que extraer un kilo de aceite puede costar apenas 1,20 euros en tanto que su producción puede llegar a una media de 6.000 kilos por hectárea en secano y de más de 15.000 en regadío.
"Aunque hemos llegado a ver 27.000 kilos por hectárea", expresa Romero.
ALTO COSTE ECONÓMICO
Antes de llevar a cabo la modernización de la tierra, Dcoop realiza un estudio de la explotación para ver qué plantaciones intensivas podría acoger, y si el terreno no fuese viable para estas transformaciones, se podría optar por producciones que aporten un valor añadido, como las ecológicas, de certificación ambiental o las ligadas a denominaciones de origen.
"Del olivar ecológico, tenemos mucha más demanda de lo que producimos, nos falta aceite ecológico para vender", indica Carneros.
Poner una hectárea de intensivo en regadío tiene un coste de unos 3.500 euros por hectárea y en superintesivo de regadío unos 7.000 euros, una inversión que recae por completo en el agricultor, aunque Dcoop ha negociado acuerdos con una entidad bancaria para que sus socios tengan condiciones favorables.