Quien algo quiere, algo le cuesta. Estamos acostumbrados a que nos pongan todo por delante, pero la realidad no es esa. Para alcanzar una meta, debemos primero recorrer todo el camino que nos lleva a ella. No es tan fácil como nos lo pintan. O como siempre creímos que era. Por eso a veces se nos complica la llegada, porque hay piedras y baches en el camino que no teníamos previsto encontrarnos. Sin embargo, nada puede hacer que nos detengamos. Nada debe impedirnos llegar hasta donde teníamos planteado. Ir consiguiendo metas reales. Poco a poco, sin desvanecer en el intento. El éxito no es permanente, no podemos estar siempre en la cima. Pero qué bonitas son las vistas desde allí, oye. Así que no te rindas, márcate objetivos a corto plazo, que te hagan sentir bien contigo mismo y te incentiven a seguir en el camino. Pequeños objetivos nos regalan posteriormente una gran meta. Por eso sueña, cree, pelea y sobre todo, disfruta de lo que haces. Disfrutar de lo que hacemos es la clave para conseguir cerrar nuevas etapas.
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