Voltaire decía que buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una. Una frase más que acertada habida cuenta del alto grado de frustración y de desazón que vivimos en nuestra sociedad.
Tratamos de encontrar toda nuestra vida la felicidad sin saber que existe en nuestras propia existencia y sin saber apreciar lo positivo que nos encontramos. Esto origina que, en definitiva, seamos altamente infelices.
Se trata de un estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno. Es decir, se tiene que partir de la base de que se debe estar plenamente satisfecho por todo en la vida y no desear cuestiones que puedan ser calificadas como inalcanzables.
Siempre en la vida he tenido una actitud sencilla, sin querer tener más de lo que se puede. Desde ese punto de vista he podido ser muy feliz con las posesiones que he tenido. Nunca he querido alardear de casa o de coche. La infelicidad que haya podido tener ha venido de la mano de otras cuestiones que no estaban dentro de mi ámbito sino que venía de la actuación exterior de otros.
Hoy por hoy puedo decir que me considero una persona totalmente feliz, sin aspavientos, sin necesidad de tener ni más ni menos de lo que tengo ahora cuanto a salud, a trabajo o a la vida personal que tengo. Puedo presumir sin duda de esto ante la sociedad en general.
Por ello, me siento muy afortunado.
Evidentemente siempre hay problemas, siempre hay contratiempos. La vida no es todo de color de rosa.
El otro día precisamente en una conversación con mi hijo mayor me interpelaba éste acerca de si el dinero da la felicidad. Yo le respondía claramente que no. Que con toda seguridad no da la felicidad el tener posesiones o gozar de un sueldo elevado. Le dije que siempre hay problemas y cuestiones que el dinero no soluciona. Es más, le señalé que había tenido casos en los que el dinero, lejos de producir la ansiada felicidad que todos tenemos, produce el efecto contrario.
Y ese es el valor que debemos tener a nuestros jóvenes, a los niños. La felicidad se consigue estando bien consigo mismo y siendo una persona honesta y honrada. Ese es el camino a seguir en la vida y el que debemos transmitirles a las generaciones venideras para no generar frustraciones colectivas.
La vida es mucho más que los youtubers y los influencers de los que tanto les gusta hablar a nuestros jóvenes.
Y finalizo con un deseo para todos mis lectores: espero que sean tan felices como yo lo estoy siendo en la actualidad. Es lo mejor que les puede pasar.
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