Siempre nos han pintado como objetivo idílico de la vida el estado de la felicidad. Y es que la felicidad nos hace sentirnos vivos, nos hace querer ser, nos hace tener ganas de más, nos hace ser mejores. La felicidad es algo que no podemos comprar, pero sí podemos encontrarla en cualquier lugar o acción. La felicidad es gratis y tú tienes el poder de elegir dónde quieres que esté. En un beso al despertar, en un abrazo con tus padres, en un intercambio de miradas con tu pareja, en un buen rato con tus amigos. Sin embargo, nos resulta extraño estar tristes. Parece que no podemos estarlo. Y de vez en cuando, también podemos permitirle a la tristeza una visita. No es nada malo. La tristeza también nos abraza y nos hace pensar. Eso sí, no la dejes estar mucho tiempo por casa. Pero creo que es necesario. Para que podamos desahogarnos, podamos limpiarnos por dentro y poder expresar lo que realmente sentimos. El problema está en que siempre la hemos visto como algo negativo, siempre nos han dicho que no podemos estar tristes, que para qué lloramos. Lloramos porque somos personas con sentimientos y al igual que la alegría es uno de ellos, la tristeza también. Por eso, siente con el corazón, escúchate y sobre todo, quiérete. No hay nada de malo en mostrar tu estado. Pero no te olvides, que estés como estés siempre debes tener un objetivo: buscar algo que te haga feliz.
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