Estas fiestas las recordaremos también. Como las del año pasado. Como tantas otras navidades. Esta quizás por ser distinta a todas, porque aunque la situación sea parecida a las pasadas, no es exactamente igual. España joven se dividió en dos bandos. Los que hemos pasado las fiestas confinados y los que pasaron el 24 de juerga en juerga, apelotonados, sin mascarillas, como cualquier otro 24, como si nada hubiera cambiado. Lo que no somos conscientes es que no es cualquier navidad, que no podemos hacer como si nada. ¿Pero sabéis lo que me da aún más coraje? Ver cómo se quejan, después de haber estado de fiesta, sin precaución ninguna y comprando papeletas para coger el maldito virus, de que tienen que pasar el día 31 confinados. Cinco meses esperando para volver a casa, a pisar mi Huelva, para rodearme de mi gente, para comer marisco y gambas de nuestra costa, para volver a ser en la ciudad de luz y de sal, evitando todo esto que os he comentado anteriormente y sin quererlo ni beberlo, era positiva. Pienso que tal y como está ahora la situación, todos tendremos que pasarlo, más tarde o más temprano, de una forma o de otra. Ojalá que sea lo más leve posible. Pero ojalá aprendamos a ser algo más responsables, algo más sensatos. La verdadera fiesta puedes hacerla en casa, con tu gente, con la gente que te quiere. Y ya volveremos a celebrar en la calle, de forma multitudinaria, con cerveza en mano que esta pandemia se fue. Y le pediremos al 2022 que nos traiga ante todo salud, buenos momentos y muchos años más acompañándonos, leyéndonos y parando letras.
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