En las películas americanas la policía llega siempre cuando el héroe o la heroína ya tiene resuelto el problema de la agresión, el tiroteo, el asesinato o la situación de peligro. Ya están a salvo y ése es el instante en el que los coches policiales con la luminosidad característica llegan a dar fe de que todo ha concluido. La vida española es más tranquila, pero el dicho de “¡A buena hora, mangas verdes!” viene muy de lejos. Las mangas verdes vienen del cuerpo contra el bandidaje creado por los Reyes Católicos -la Santa Hermandad- que llevaban las mangas verdes, color que heredó la Guardia Civil, y se hicieron famosos por llegar, como la policía americana, tarde a la resolución de los conflictos. Ayer, Inés Arrimadas hizo su particular “mangas verdes”. Sus declaraciones sobre los pactos de Ciudadanos, tras las últimas elecciones autonómicas, dejan un halo de melancolía y tiempo perdido: “… lo que tengo que decir es que la negociación que hizo mi partido en 2019 fue un grave error, porque se regaló al PP las cuatro presidencias de las comunidades autónomas en un momento en el que habían sacado su peor resultado”.
Tras esta palmaria confesión de haberse equivocado ( Albert Rivera) -por segunda vez, la primera fue la negativa a formar gobierno de centro izquierda con el PSOE, cuando reunían entre ambos 180 diputados- no se ve, por el discurso continuado que se oye tanto en el parlamento nacional como en los autonómicos, que Arrimadas haya aprendido la lección o esté en camino de convertir a Ciudadanos en el partido liberal al que dicen aspirar. En los ayuntamientos, por la mayor libertad de pactos, sí se han hecho alianzas a diestra y siniestra.
Ciudadanos ha acumulado errores que lo han llevado a estar en trance de desaparición. Pudieron hacerse -desde la presidencia de sus gobiernos- con varias comunidades autónomas y ayuntamientos, tan importantes como el de Madrid, y renunciaron por una sumisión incondicional e incomprensible al PP. Máxime, cuando, desde el primer momento, la finalidad del PP fue acabar políticamente con su socio de gobierno, incluso fichando a sus dirigentes para que lo vaciaran desde dentro. El caso más escandaloso fue el del político catalano-andaluz, Fran Hervías. De secretario de Organización de Ciudadanos a desmantelador del partido desde la secretaria de Organización del PP. ¿Quién da más?
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