De siempre me han gustado los dibujos animados, pero soy de clásicos. Nada de manga ni esos modernos con bichos amarillos chillones. De entre ellos, el Correcaminos era de mis preferidos; me fascinaba la constancia del pobre Coyote en su afán de cazar al pajarraco de marras, a pesar de sus repetidos y catastróficos fiascos.
Casado es el Coyote de la política española. Dibuja finos planes de trazo grueso, diseña y monta su maquinaria de destrucción del Correcaminos socialista, para luego ver como todo diseño se va al garete. Se las prometía felices cuando durante la pandemia ha sido el único dirigente de la oposición de todos los gobiernos europeos que ha utilizado el mal de todos para provecho de su partido, con escaso resultado.
Anda mosqueado con la patronal, una organización claramente de derechas, que se ha permitido el lujo de pactar con los narco comunistas al menos media docena de veces, dejándolo con el nalguerío al aire cada vez que los empresarios se han reunido con sindicatos y gobierno para alcanzar acuerdos. Acuerdos de la patronal con una ministra comunista. Quién podría creerlo. Hasta el Papa la recibe. ¿Qué será lo siguiente, que el Sumo Pontífice dé la Bendición Urbi et Orbi con una camiseta del Che?
Para colmo, le crecen los enanos hasta alcanzar el tamaño de los hermanos Gasol. Elige a candidatos sin ningún bagaje político, aparte de ser el community manager de una mascota, que con el tiempo y una enorme dosis de populismo de todo a cien, alcanza tales cuotas de fama y renombre que le permiten el lujo de indisponerse y enfrentarse con la dirección del partido, convertirse en una especie de adalid de la libertad y los bares e intentar torcerle el brazo a su propio Presidente.
No me extraña que, preso de los nervios y la frustración, se le caigan los exabruptos en la sede de la soberanía del Pueblo. Ya se le han quedado cortos los de felón, traidor, ilegítimo, chantajeado, deslegitimado, mentiroso, ridículo, irresponsable, incapaz, desleal, ególatra, incompetente, mediocre y okupa, tan cortos que ha tenido que soltar un coño que ha salpicado de barro tabernario a toda su bancada, una palabra que ha dejado en el Parlamento cierto tufo a tasca de barrio chungo en ciudad chunga.
Para colmo, su socio de más allá de la derecha, su fábrica marca ACME, se le está poniendo revoltosa. Pobre Coyote. Correcaminos, bip, bip.
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