Queridos lectores, es innegable que estamos viviendo unas circunstancias totalmente inciertas y anómalas en nuestras vidas. Inmersos en una pandemia mundial que nos ha traído duras consecuencias relativas a la limitación de nuestras libertades y de nuestros derechos, lo que conlleva a su vez una crisis económica y social de consecuencias aún imprevisibles habida cuenta del aumento de nuevos casos y la posible toma de medidas que se vayan a producir por parte de las diferentes administraciones públicas con competencia en la materia.
Pues bien, en este contexto, nos encontramos perlas como la que el Ministerio de Consumo ha traído en estos días a nuestros hogares. Se trata de una campaña contra el sexismo en los juguetes. Y además se hace un anuncio televisivo que hace referencia a una supuesta huelga de juguetes.
Les anticipo una decisión que he tomado y que se la copio a un buen amigo asesor fiscal de Málaga: me voy a poner en huelga contra las gilipolleces, en huelga contra las pamplinas que uno tiene que tragarse como consecuencia de unos supuestos derechos que no sé cuando coño se han vulnerado. ¿Habrá algo más limpio que el juego de un niño?, ¿si su hijo pide un coche y su hija una cocinita por estas navidades se lo van a negar?
Desde hace tiempo los propios catálogos publicitarios vienen cuidando su imagen evitando imágenes estereotipadas. Ya no aparecen niñas planchando y niños a los mandos de un coche de juguete, se intercambian los roles. Es una cuestión claramente superada.
En esa huelga que voy a hacer voy a pedir que no se cubran Ministerios vacíos como este de Consumo, con los consiguientes altos cargos y asesores que tenemos que pagar entre todos los españoles.
Mire señor Garzón, tendría un gran trabajo apoyando a los servidores públicos que conforman la red de oficinas municipales de información al consumidor, potenciando las asociaciones de consumidores que vienen trabajando desde los años ochenta para que los derechos de los ciudadanos en materia de consumo no se vean vulnerados un día sí y otro también.
No se crea que no se de lo que le hablo. Durante muchos años fui representante de los consumidores y nunca le vi apoyando nuestras reivindicaciones y peticiones. Ahora, después de tantos años de trabajo le pido eso, que trabaje un poco y se deje de estúpidas campañas publicitarias que nos cuestan el dinero a todos los españoles.
No me hará caso seguramente pero por lo menos con este artículo de opinión de hoy ni soy cómplice ni me quedo con las ganas de desahogarme.
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