Si algo distinguía a un abogado en el Siglo XX, entre otras muchas cosas, como la presencia y modales, que bien darían no para un artículo, sino para un libro incluso anecdotario, era la retórica empleada por estos en sus escritos.
Una retorica rica en cuanto a sus formas y vocabulario, haciendo un magnífico uso de las categorías gramaticales y un conocimiento cabal de los tiempos verbales, haciendo de sus escritos auténticas obras literarias, dignas de ser publicadas en columnas periodísticas o leídas en voz alta para el deleite de los que, a buen seguro, quedarían extasiados ante tal derroche de elegancia, clase y distinción…
Sin embargo, el paso del tiempo y, ¿por qué no decirlo?, el declive que viene soportando la figura del Abogado, ha hecho que las nuevas generaciones, de entre los que estoy y me incluyo, huyamos del formalismo y del empleo del arte de la retórica en nuestros escritos, desarrollando todos nosotros un rechazo absoluto a los formalismos que definían y dignificaban al noble, ilustre y reconocido oficio de la Abogacía.
Mucha culpa de ello la encontramos en los Planes de Estudios de la antigua Licenciatura y el nuevo Grado en Derecho, donde raro es, por no decir descabellado, encontrar una asignatura titulada Retórica Jurídica, que al menos, de nociones básicas a los juristas in fieri, de como cuidar e incluso mimar el lenguaje en sus escritos e intervenciones.
Siendo de igual modo injusto, verter toda la culpa sobre los Planes de Estudios, ya que es la sociedad en general, quien ha ido eliminando de su vocabulario, palabras y formalismos propios de la lengua castellana, deformando el lenguaje mediante el uso de abreviaturas y formas incorrectas, muchas de ellas motivadas por el uso de las redes sociales como WhatsApp, que es tan necesaria como perjudicial para nuestro día a día, donde es, casi tarea imposible, encontrar una conversación en la que el uso de las abreviaturas y el inexistente uso de las reglas de acentuación, transformen e incluso malinterpreten mensajes.
Es por ello, que somos los Abogados, o deberíamos ser, los Garantes llamados a defender el buen uso del lenguaje, que tanto caracterizó a nuestra profesión allá por el Siglo XX, haciendo de nuestros escrito se intervenciones, el goce y disfrute de quienes nos lean y escuchen, sin por ello renunciar a una comprensión fácil y clara del mensaje.
Actuemos. Para que, a ojos de la melancolía, ningún tiempo pasado dentro de nuestro mundo… fuere mejor.
www.nertis.legal
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es