Con la actividad turística frenada y los eventos aplazados o suspendidos, los venenciadores de Jerez se han visto obligados a hibernar durante año y medio. Ahora, con la recuperación de la vida social, vuelven a asomar la cabeza.
Jesús Rubiales es venenciador desde hace treinta años. Tras probar como tonelero, al igual que su abuelo y su padre, decidió romper con la tradición familiar. Tres años después montaba su propia empresa, Venenciadores SL, que un fin de semana bueno puede llegar a emplear hasta a treinta personas.
Llevaba tres décadas llevando el vino de Jerez por el mundo cuando de un día para otro todo se detuvo.
Ahora que regresan los eventos, en Venenciadores SL vuelven a amontonarse las peticiones. De una sola bota, Jesús y su equipo pueden venenciar hasta tres mil copas, y cada una con una sonrisa.
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