Cada 31 de octubre, Halloween se presenta como una noche de disfraces, calabazas y diversión. Sin embargo, lo que muchos no saben es que, tras esta fecha tan esperada, se esconden historias reales de tragedias que han teñido de horror el mundo más allá de las ficciones de Hollywood. En algunos casos, lo que comienza como una celebración festiva, termina con un desenlace fatal que deja una huella en la crónica negra.
Hay algunos ejemplos de todo ello que, quizás, debamos recordar:
En España, la noche de Halloween quedó marcada por una tragedia terrible el 31 de octubre de 2012. Lo que debía ser una fiesta en el recinto del Madrid Arena terminó en desastre cuando una avalancha humana provocó la muerte de tres jóvenes. El exceso de aforo y las malas condiciones de seguridad fueron los ingredientes de un caos que terminó con la vida de Cristina Arce, Rocío Oña y Katia Esteban. Este incidente no solo sacudió a la ciudad de Madrid, sino que se convirtió en un símbolo de la negligencia organizativa en eventos masivos.
El terror también ha tenido un rostro personal en Halloween. En 2008, en Ripollet, un joven de 15 años llamado Sergio acabó con la vida de su compañera Maore, de 14 años, en un violento crimen que conmocionó a la sociedad española. Sergio, enfurecido porque Maore había publicado un vídeo donde ambos se besaban, decidió confrontarla. Lo que empezó como una disputa terminó en un brutal asesinato: la golpeó y la degolló. Este crimen, vinculado a la rabia y los celos adolescentes, puso de manifiesto la delgada línea entre el juego y la tragedia en un día que suele estar dedicado a las bromas.
Bromas mortales: cuando el juego se vuelve realidad
Halloween es sinónimo de bromas, pero algunas veces estas terminan de manera fatal. En Estados Unidos, en 2001, Caleb Rebh, un adolescente de 14 años, murió al intentar formar parte de una atracción terrorífica en Michigan. Saltándose las normas de seguridad, decidió sustituir a un esqueleto ahorcado en la escena. La tragedia se desató cuando, por accidente, terminó ahorcándose de verdad, mientras el público, sin saber lo que sucedía, creía que formaba parte del espectáculo.
Historias similares se repiten en otros lugares. En Kentucky, en 2013, el joven Jordan Morlan intentaba gastar una broma a su hermana haciéndose pasar por un ahorcado en el jardín. El truco se convirtió en tragedia cuando la familia lo encontró sin vida, colgado de un árbol. Estos incidentes subrayan los peligros que pueden surgir cuando el entretenimiento se transforma en algo mortal.
No solo las bromas o los accidentes han teñido de sangre la noche de Halloween. En 2014, en Churriana de la Vega, Granada, un joven de 33 años perdió la vida tras ser apuñalado durante una fiesta de disfraces en una discoteca. Lo que debía ser una celebración alegre se convirtió en un escenario de violencia que acabó de manera trágica.
Otro caso envuelto en misterio es el de Luis Andrés Colmenares, un estudiante colombiano que murió en extrañas circunstancias la noche de Halloween en 2010. Colmenares fue hallado sin vida en un caño en Bogotá tras salir de una fiesta con amigos. Aunque la versión oficial sugiere que él se arrojó al agua de manera voluntaria, las dudas en torno a las verdaderas causas de su muerte siguen persiguiendo este caso. Las inconsistencias y testimonios contradictorios han hecho que su historia sea un símbolo de misterio en las tragedias de Halloween.
Juegos de rol y rituales peligrosos
En 2005, en Barcelona, una mujer estuvo a punto de perder la vida durante lo que debía ser un simple juego de rol, pero que terminó convirtiéndose en un macabro intento de sacrificio humano. El responsable, otro jugador, alegó que "ella era la elegida para ser sacrificada", llevando el juego a un nivel aterrador. Afortunadamente, la tragedia fue evitada a tiempo, pero el suceso dejó claro el riesgo de que las fantasías se confundan con la realidad.
El peligro de Halloween también se manifiesta en las calles. En 2014, en California, tres adolescentes murieron mientras pedían golosinas bajo la tradición del "truco o trato". Andrea González y las gemelas Lexi y Leandra Pérez, disfrazadas de monstruos y fantasmas, fueron atropelladas por una camioneta mientras cruzaban un paso de peatones. El conductor se dio a la fuga, pero fue detenido posteriormente. Este accidente trágico destaca el riesgo que a menudo acompaña a las multitudes y el frenesí de la noche de Halloween.
Estos sucesos malditos revelan que, aunque Halloween sea una celebración que invita a las bromas y los disfraces, puede transformarse en una pesadilla cuando se cruzan ciertos límites. Lo que debería ser una noche de diversión y terror controlado a veces se convierte en una crónica de tragedias, donde la vida real imita los horrores más oscuros de las películas.
Halloween, a pesar de su "envoltorio" festivo, ha dejado una serie de historias verdaderas que nos recuerdan lo frágil que puede ser la línea entre la diversión y la muerte. Desde crímenes pasionales hasta accidentes fatales, la noche del 31 de octubre guarda en sus sombras algunos de los relatos más escalofriantes de la realidad.